Argentina restaura el sistema de espionaje de la última dictadura militar

El Presidente de la República Javier Milei oficializó la disolución de la Agencia Federal de Inteligencia (AFI) y dispuso, en el mismo acto, la creación de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE), dependiente directamente del Presidente de la Nación, la cual tendrá control operativo de cuatro agencias creadas con el fin de “transformar y modernizar el sistema de inteligencia, promoviendo la excelencia y el profesionalismo en el desarrollo de sus tareas”.

Foto: rueda de prensa de Gustavo Béliz, ex Ministro de Justicia del gobierno de Néstor Kirchner, horas antes de dimitir, y que decidió irse del país con su familia luego de haber mostrado una foto del espía Jaime Stiuso ante las cámaras de televisión. El hecho fue el 25 de julio de 2004, cuando el ministro Béliz mostró en el programa “Hora Clave”, del periodista Mariano Grondona, la foto del legajo policial de Stiuso y aseguró que era la persona que manejaba los servicios de inteligencia y quien había “embarrado” la causa AMIA.

El preámbulo de la disposición hace varias reflexiones. “La desnaturalización del rol de la agencia de inteligencia durante décadas fue total; lejos de poner sus recursos al servicio de la protección del pueblo argentino, el organismo fue utilizado para actividades espurias como el espionaje interno, el tráfico de influencias y la persecución política e ideológica“, se indicó desde Presidencia de la Nación a efectos de explicar el cambio de marras.

Pero lo cierto es que la supuesta transformación no es más que un regreso al pasado. Así como la Agencia Federal de Inteligencia se creó en 2015 tras la muerte del fiscal del caso AMIA Alberto Nisman, con la finalidad de reformar el sistema de inteligencia a los fines de depurar las prácticas de espionaje interno, la realidad es que la tibieza con la que se abordó hizo que el impulso inicial quedara en la nada.

La reforma de Milei es todo un retroceso, no solo al recuperar el viejo y funesto nombre de la SIDE, recordado por miles de víctimas de la represión en el país, sino a que el cambio apunta también al regreso a las viejas prácticas de meterse en los asuntos privados de políticos, empresarios y periodistas.

La prueba irrefutable de ello es el regreso del temible Antonio “Jaime” Stiuso, otrora todopoderoso hombre de “La Casa”, uno de los personajes más siniestros del espionaje local y que sirvió en todas las operaciones sucias de todos los gobiernos desde Videla en adelante.

En todas esas décadas, Stiuso se encargó de mostrar la peor cara del espionaje. Chantaje, extorsión, contrabando, narcotráfico. Nada le faltó, ni a él ni a sus hombres.

Uno de ellos es Santiago Caputo, asesor de Milei y cerebro gris de la reestructuración. El mismo que mantiene “a sueldo” a cientos de tuiteros para hacer daño en las redes sociales y cuyos sueldos se hacen a través de fondos reservados de la todavía existente AFI. En otras palabras, vuelven los tiempos oscuros del espionaje, de la guerra sucia (la que mata gente) y el manejo ilegal de dinero sin justificar.

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