Cuando las barbas de tu vecino veas pelar…. El embargo de los activos rusos ha puesto las orejas tiesas a los mercados financieros internacionales. Ya nadie se fia de Europa y mucho menos de Estados Unidos. No les puedes confiar ni un céntimo porque te lo quitan.
Los saudíes también tienen el dinero guardado en Europa y Estados Unidos y ya no se fían de que alguna vez hagan lo mismo con ellos. Por eso están presionando a los países del G7 a fin de que reconsideren el embargo y devuelvan el dinero robado a Rusia.
El problema es que cuando la confianza se rompe ya no se puede vovler a recuperar nunca, pero la decepción sería menor si los chorizos de Bruselas volvieran sobre sus pasos. En caso contrario, el Ministerio de Finanzas saudí se plantea vender sus paquetes de deuda europea.
Así de claro se lo plantearon antes de las reuniones del G7 de mayo y junio.
El impacto potencial de la venta de la deuda europea, en particular la emitida por la Hacienda francesa, sería considerable. Podría transformarse en un golpe contra el euro.
Riad trata de impedir la creación de un precedente en materia de incautación de activos extranjeros.
Por eso la reacción del G7 ante el embargo de los activos rusos han sido tan suave. Sólo propusieron un préstamo de 50.000 millones de dólares a Ucrania, garantizado por los intereses generados por los activos rusos robados. Están temblando.
Por lo demás, la reacción saudí ante el embargo a Rusia pone de manifiesto que las grandes potencias ya no tienen las manos libres, que las contradicciones internacionales se agudizan y que en el escenario hay otros protagonistas, como los saudíes, además de los primeros espadas. El panorama mundial se ha complicado. La hegemonía es menos hegemónica.