Con la pandemia Amazon ha incrementado su facturación más de un 30 por ciento, hasta casi 400.000 millones de dólares. La multinacional ha logrado un éxito económico en medio de acusaciones constantes de explotación salvaje de sus trabajadores.
Una de las últimas noticias laborales aseguraba que los repartidores se ven obligados a utilizar botellas para orinar y bolsas para defecar, debido a las presiones para cumplir los ritmos de trabajo.
La multinacional utilizó a los propios trabajadores y posiblemente a bots para inundar las redes sociales con comentarios en los que se explicaba que la típica noticia era falsa. Las condiciones de trabajo en Amazon son excelentes.
Estamos en una nueva era de la información. Lo mismo que la pandemia, Amazon es un ejemplo de guerra cognitiva. Dice una cosa y hace la contraria. En medio de una explotación salvaje, lleva a cabo grandes campañas publicitarias sobre el impecable trato hacia sus trabajadores.
La filtración fue un fallo en el control de la información por parte de la multinacional, que tiene una política de imagen para censurar las noticias en su mismo origen. Como cualquier otra multinacional, Amazon dispone de un departamento encargado de silenciar las criticas de los medios de comunicación, tanto con presiones como con sobornos.
También utiliza a los trabajadores, especialmente a los cuadros intermedios, como misioneros de la empresa. En el primer semestre de este año gastó 5,1 millones de dólares para que 120 trabajadores predicaran a favor de sus jefes ante la casta de Washington.
Amazon ha encargado a la famosa Pinkerton, especializada en la represión de huelgas obreras, que espíe a los trabajadores (1). A un directivo que escribió un correo electrónico sobre las condiciones laborales de los trabajadores de un almacén le dieron la opción de dimitir o ser despedido (2).
Al filtrar la información saliente, Amazon consigue una situación de monopolio informativo sobre sí misma, lo que no le impide, sin embargo, tomar la delantera cuando es necesario. Oculta sus defectos y explica que no todos estamos a la altura. No somos capaces entender sus “valores” por una buena razón: “Los dirigentes establecen implacablemente estándares altos que pueden parecer inalcanzables para algunos” (3).
Sin embargo, la verdadera fuerza de Amazon reside en su capacidad para extorsionar a los Estados en los que localiza su red de almacenes, con argumentos que son también conocidos y comunes con otras multinacionales. Promete que creará puestos de trabajo a escala local y que su infraestructura generará empleos indirectos.
Cuando el argumento no convence, amenaza con trasladar sus almacenes a otro país, lo que supone una oleada de despidos que ningún político está dispuesto a asumir. Esta política siempre es eficaz y, además, trae subvenciones.
Cinco parlamentarios estadounidenses han acusado a Amazon de vender marcas falsificadas (4).
En India ha falsificado los resultados de las búsquedas digitales para aumentar las ventas de sus propias marcas. Un estudio de Upstream Commerce reveló que de 857 mercancías ofrecidas por vendedores independientes en el mercado, Amazon fabricaba y vendía el 25 por ciento de las más vendidas.
Pero la guerra de la información funciona así: no hay nadie que se haga eco de estas (y otras) noticias, como las prácticas mafiosas de AT Operalia, una subcontrata de Amazon, en Cantabria (5). Es posible que ni siquiera las consideren como tales noticias.
(1) https://www.vice.com/en/article/5dp3yn/amazon-leaked-reports-expose-spying-warehouse-workers-labor-union-environmental-groups-social-movements
(2) https://www.seattletimes.com/business/amazon-warehouse-jobs-push-workers-to-physical-limit/
(3) https://www.aboutamazon.fr/travailler-chez-amazon/nos-principes-de-leadership
(4) https://www.reuters.com/technology/five-us-lawmakers-accuse-amazon-possibly-lying-congress-following-reuters-report-2021-10-18/
(5) https://abusospatronales.es/casos-de-abusos-patronales/jornadas-interminables-y-represion-antisindical-en-una-subcontrata-de-amazon/