Yo ni soy del Estado ni formo parte de él ni aún en el caso de que quisiera serlo. No quiero tener nada que ver con un Estado fascista. Ocurre, no me engaño, que el Estado sí quiere tener que ver conmigo y, para hacerme la pelota, me llama «ciudadano» y hasta, siguiendo la fraseología de telefilm norteamericano -o estadounidense, porque «norteamericano» también son los Estados Unidos de México (que así se llaman en rigor) y Canadá- me llaman, digo, «contribuyente». Y como tal «ciudadano» y «contribuyente» se me quiere «identificar» con ese Estado, quieren que lo haga mío y hasta que lo defienda en plan «patriota». Ciertamente, resulta de todo punto imposible llevar una vida eremita o ermitaña a lo Thoreau y su «Walden» y/o la «desobediencia civil» refugiado en un bosque idílico: somos «animales sociales», nos guste o no, y al margen de caracteres y temperamentos. Pero de ahí a que me sienta concernido por determinado Estado hay distancias y tierras por medio.
Porque -conviene repetir estas cosas- el Estado, que se acuerda de mí en la declaración de la renta, no está por encima ni de mí ni de ninguna clase social. El Estado es de clase, sirve a una clase que no es la que yo defiendo, la proletaria; bien al contrario, el Estado burgués defiende a una clase: la burguesía. De ahí que los chorizos burgueses de guante blanco, esos que «jamás han robado una gallina», que eso queda para los desharrapados, roban con la sensación de impunidad ¡porque-piensan-que-el-Estado-es-suyo!, y, por tanto, «lo público» es suyo, y si pueden evadir impuestos o defraudar a Hacienda o a la Seguridad Social en paraísos fiscales u «offshores», lo harán a la mínima ocasión que se les presente.
Por supuesto, si la cosa se desmadra y los escándalos financieros, lo mismo de partidos políticos que de personas físicas, alcanzan cotas inquietantes, sacrificarán a elementos de su propia clase social como carnaza para el «vulgo», para el pueblo, de cara a la galería, que se dice. Esa es la función de la «pena del telediario» donde vemos mil veces a Rato entrar en un auto policial o que nos cuenten los días -ya no, que empacha, y puede ser contraproducente- que lleva Ignacio González en la trena y qué compra en el economato y demás zarandajas para entretenernos como si fuera un espectáculo porno-rosa.
La cárcel no está pensada para ellos, y lo saben, por descontado. Y si alguno lleva dos años y pico, como Granados, es por ver que se «ablande» y «cante» algo que llevarse a la boca la «justicia», como hizo Bárcenas, no «cantar» precisamente, sino callar y pactar su silencio.De devolver guita, nada, «rien de rien». En China, suelo repetir, los empalan y empapelan.
O el último show -este sí, pornográfico- al que asistimos estos días relativo al Fiscal Anticorrupción. Su papel es poner piedras en las ruedas de los procesos, enturbiar, mentir y, sobre todo, tapar las miserias de un régimen que llaman «del 78» los modernos, y yo me empeño, antiguo que soy, en llamar «del 39».
Arrivederci.
"del 39" *no*, pues vamos ya por el tercer milenio. Lo de "el 39" fue una felonía católica más, entre tantas otras a partir de la quema de "herejes" con que se inició esta historia (el "Régimen" sigue siendo católico y tú demasiado moderno a mi limitado entender) y su continuación por la Inquisición isabelina, etc., etc.
¡Por otra parte!: En China, si mal no colijo, no malversan los fondos públicos como en occidente, cosa que en España se hace de forma exarcebamente corrupta; ya que no sólo los malversan, sino que además los roban descaradamente. (Para el "reflote" de la banca hubiera bastado con darle a los hipotecados por la compra de viviendas el dinero en concepto de pago de *sus" viviendas, con la condición de devolverlo cuando buenamente pudiesen en el supuesto de que llegasen a poder hacerlo, en vez de a la banca que, además se quedarse con el dinero, lo hace con los pisos y para más inri dejando endeudada a nuestra gente y en la puta calle.)
Terminando con el tema chino: No hay más que ver las cosas maravillosas que se hicieron y continúan haciendo por el gigante asiático en relativamente poco tiempo histórico y, por contraposición, los desfalcos de ese dinero público habidos en esta pequeña península de esa otra península de Asía que es el mal llamado continente europeo (la expo de Sevilla, aeropuertos innecesarios, chorraditas por los ayuntamientos como epígonos del poder central, etc.).
Y como una cosa me llevó a la otra, para mí que en realidad sólo hay cuatro continentes: Asia y los otros tres (ello suponiendo que no se quiera dividir en dos el continente americano, hecho que tendría más lógica que sustraerle a Asia el mal llamado continente europeo). El "Pueblo Elegido" posiblemente decidan (los amos de lo nuestro), una vez amos del mundo −camino llevan de conseguirlo dado que no reparan en medios y parecen empecinados en lograrlo−, igual modifican esto de los continentes en el sentido tanto físico como político y a los niños del futuro se los hacen recitar con un vocablo menos, suponiendo que para entonces consideren todavía como necesaria eso que llaman "educación" (o enseñanza general básica) para el proletariado del futuro.
Arrivedela.