El motivo de la visita es la participación en los actos conmemorativos del 70 aniversario de la victoria del ejército soviético contra el III Reich en la Segunda Guerra Mundial. Engolfados en una descarada resurrección del fascismo, los países europeos no quieren saber nada de este tipo de actos. Están peleados con la historia, o sea, con la realidad. Si pudieran reescribirla, firmarían ahora mismo la victoria de la Wehrmacht.
Ayer la prensa alemana se hizo eco de que la política exterior alemana, y por lo tanto la europea en su conjunto, ha entrado en un estado de pánico y lanza llamamientos desesperados a la unidad, bien entendido que dicha unidad consiste en que los demás países europeos, especialmente Chequia, Hungría y Grecia, se unan a la política exterior alemana y, además, que lo hagan gratis.
En una entrevista a Die Welt la diputada del Budestag por la Unión Social Cristiana, un partido reaccionario, Gerda Hasselfeldt, dice que la visita a Moscú del Primer Ministro Tsipras amenaza la “solidaridad europea”. Por si los lecttores no se habían dado cuenta, la diputada enfatiza que Grecia forma parte de la Unión Europea, la cual debe demostrar coherencia frente a Rusia hablaando con una sola voz.
Luego la diputada habla de eso que llaman “conciencia” y que tiene su costado mágico, porque es como que son los demás los que no tienen “conciencia”, es decir, no tienen la misma conciencia que uno mismo y, por lo tanto, se creen en la necesidad de indicarle lo que debe hacer o no hacer: “El gobierno griego debe ser consciente de la gravedad de la situación en Europa”, dice Hasselfeldt, y Tsipras no debería instrumentalizar su visita a Moscú para obtener más dinero de Rusia.
Es posible que la diputada estuviera pensando en el reciente viaje del ministro griego de Energía Lafazini a Moscú, donde ha firmado un acuerdo con Gazprom para que la empresa rusa lleve a cabo trabajos de exploración de posibles yacimientos de gas y petróleo en Grecia.
En una rueda de prensa, Gernot Erler, coordinador del gobierno alemán para la cooperación con Rusia, Asia central y los países orientales, ha insistido en la necesidad de que la Unión Europea sea una unidad, especialmente en lo que concierne a la guerra de Ucrania. “La Unión Europea nunca será tomada en serio si no habla con una voz única”, aunque no aclaró cuál debería ser esa voz, es decir, quién debería hablar y quién debería permanecer callado en la Unión Europea.
Sobre todo Erler advirtió que Moscú podría tratar de dividir a la Unión Europea influyendo sobre países como Grecia, Hungría y Bulgaria. Pero desde aquí nos permitimos decirle al señor Erler que no es Moscú quien divide a la Unión Europea sino que la Unión Europea no es tal unión, y Moscú se aprovecha de ello lo mismo que otros hacen lo mismo.