Alemania se opone a calificar la energía nuclear como “verde”, ha dicho la nueva ministra de Asuntos Exteriores, Annalena Baerbock, que está de visita en París. Se lo ha dicho a la cara porque es Francia quien pretende ese galardón para sus centrales nucleares.
A diferencia de los franceses, Baerbock, que es de Los Verdes, sabe diferenciar a ese color de los demás.
Macron quiere hacer una lista europea de energías para separar a las “verdes” de las demás. El que no esté en la lista no saldrá en la foto, es decir, no tendrá acceso a la financiación verde y, en consecuencia, perderá la ventaja competitiva con los sectores etiquetados.
El debate es económico y no ecológico, por lo que ganará Macron. La subida de los precios de la energía ha revalorizado los galardones de las centrales nucleares.
La cara oscura de la energía nuclear son los residuos, un asunto peliagudo que está uy lejos de haberse resuelto.
La llegada de Los Verdes al gobierno alemán de coalición ha sido un contratiempo para los franceses y sus centrales. En septiembre el ministro de Economía francés, Bruno Le Maire, pidió a la Unión Europea que reconozca la contribución de la energía nuclear a la lucha contra el cambio climático y la incluyan en una lista de inversiones sostenibles para facilitar su financiación.
Los pronucleares se presentan como los campeones de la lucha contra el cambio climático. “O luchamos contra el cambio climático con un enfoque ideológico y fracasamos, o luchamos contra el cambio climático con un enfoque científico y tenemos éxito. Pero esto significa reconocer el valor añadido de la energía nuclear”, dijo Le Maire en una reunión en Eslovenia.
Francia se abriga con la misma manta ecológica que China. En 2019 un grupo de expertos en “finanzas sostenibles” concluyó que, como no emite CO2, la energía nuclear podría ayudar a mitigar el cambio climático, pero se callaba sobre otro tipo de incidencias ambientales, como los residuos.
En un informe publicado a finales de marzo, el servicio científico de la Comisión Europea (Centro Común de Investigación) concluyó que “ningún análisis aporta pruebas científicas de que la energía nuclear perjudique a la salud humana o al medio ambiente más que otras energías” que se puedan incluir en la lista.
Es otro de esos apasionantes debates científicos, como cuando a uno le preguntan: “niño, ¿le quieres más a tu padre o a tu madre?” El niño no tenía respuesta porque se crió en un orfanato.