Después de Biden y Macron, Olaf Scholz también ha ido de gira por el Golfo Pérsico. Visitó Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Qatar, y no se fue con las manos vacías. El domingo Berlín y Abu Dhabi firmaron un acuerdo para que el país del Golfo suministre gas licuado y gasóleo este año y el siguiente.
El dirigente alemán comenzó el sábado a recorrer los países del Golfo para forjar asociaciones con la esperanza de sustituir el suministro ruso y aliviar la crisis energética.
El ministro de Industria de Emiratos Árabes Unidos, Sultan Al-Jaber, se congratuló de un “nuevo acuerdo histórico” que “refuerza la creciente asociación energética entre Emiratos Árabes Unidos y Alemania”, según la agencia de noticias emiratí Wam.
El acuerdo firmado prevé la exportación de un cargamento de gas licuado a Alemania a finales de este año, seguido del suministro de cantidades adicionales el que viene.
Este mes la petrolera estatal emiratí ADNOC realizó su primera entrega directa de gasóleo a Alemania y “suministrará hasta 250.000 toneladas de gasóleo al mes en 2023”.
Mientras que Alemania importaba el 55 por cien de su gas de Rusia al comienzo de la guerra en Ucrania y más del 30 por cien a principios del verano, esa dependencia de un único proveedor “no nos volverá a ocurrir, sin duda”, argumentó el Canciller alemán en Abu Dhabi.
“Tenemos que conseguir que la producción de gas licuado en el mundo esté lo suficientemente avanzada como para poder satisfacer la elevada demanda sin tener que recurrir a la capacidad de producción de Rusia utilizada hasta ahora”, dijo.
El gasoducto Nord Stream 1 lleva casi un mes cerrado y Yamal es ahora el único gasoducto por el que se transporta el gas ruso a Europa a través de Ucrania. En un intento de cortar los lazos con Rusia, Berlín nacionalizó el 21 de septiembre su gigante del gas, Uniper, que suministra el 40 por cien de las necesidades de gas de Alemania.
Para garantizar la seguridad energética del Viejo Continente “frente a los nuevos recortes en el suministro de gas ruso”, los miembros de la Unión Europea concluyeron el 26 de julio un acuerdo sin precedentes, destinado a reducir el consumo de gas en un 15 por cien respecto a la media de los últimos cinco años en cada país. Un mes antes, el 23 de junio, Berlín ya había activado el nivel 2 de alerta de su plan de emergencia de suministro de gas, es decir, la última etapa antes de llegar al racionamiento, previsto en el nivel 3.
Por ello, ahora se autoriza el uso de las llamadas centrales de carbón de reserva, que sólo se utilizan como último recurso. El aplazamiento del cierre de las tres últimas centrales nucleares del país, un tema que se ha debatido en Alemania, también ha estado sobre la mesa durante varias semanas.
Otra decisión adoptada recientemente por la empresa ferroviaria pública Deutsche Bahn es la de dar prioridad al transporte de carbón y petróleo por sus raíles frente al resto de transportes (incluidos los trenes de pasajeros), con el fin de evitar retrasos en las cadenas de suministro.
A pesar de estas decisiones, las consecuencias económicas y sociales ya se dejan sentir en Alemania. En previsión de un invierno difícil, algunos sectores de gran consumo energético ya han reducido su producción, como las industrias química, siderúrgica y de fertilizantes. Además, según Handelsblatt, las empresas de cosméticos han optado por reducir la variedad de sus productos y centrarse en sus artículos más vendidos.
Una primera oleada de quiebras ya ha afectado a la economía alemana. Las franquicias de panadería Oebel, Lila Bäcker y Hofmeister-Brot han dejado de funcionar. Y esto es sólo el principio de una larga serie, advirtió el Instituto Leibniz de Investigación Económica, que espera un aumento del 30 por cien en las declaraciones de quiebra en octubre en comparación con el año pasado.
El Bundesbank, el banco central alemán, considera que el país ha entrado en una fase de “declive neto, generalizado y duradero” de su economía, en un contexto de fuerte aumento del coste del suministro de energía a las empresas. En su informe, el Bundesbank asegura que “los signos de recesión se multiplican” para la economía alemana y que se deben principalmente a “las condiciones generales de suministro económico -en particular el suministro de energía- que se han deteriorado considerablemente” tras la Guerra de Ucrania. Con la previsión de que el PIB alemán disminuya en los próximos trimestres, el Bundesbank ve cada vez más indicios de recesión en la economía alemana.
Por ello, en Alemania se alzan voces para denunciar las contraproducentes sanciones del ejecutivo alemán. Sahra Wagenknecht, diputada del partido Die Linke, criticó duramente al gobierno de Olaf Scholz. En un discurso ante el Bundestag el 8 de septiembre, la diputada dijo que “la idea de que estamos castigando a Putin hundiendo a millones de familias en Alemania en la pobreza y que estamos destruyendo nuestra industria mientras Gazprom obtiene beneficios récord, sí, es realmente estúpida”.
En Alemania se están celebrando manifestaciones, como las de los días 5 y 26 de septiembre en Lubmin, para exigir la apertura inmediata del gasoducto Nord Stream 2.