El arquitecto Gregory Ain |
Pero sobre Niemeyer hablaremos en otro momento. Otro arquitecto, Ain, nació en Pittsburgh, murió en Los Ángeles y llenó los archivos del FBI de sospechas sobre sí mismo y sus amigos, todos ellos rojos al más puro estilo estadounidense.
Su vida se conoce a la perfección gracias a la vigilancia de los sabuesos, que no dejaron de anotar cada uno de los pasos que dio en su vida. Creció en California en una especie de colonia experimental de “okupas” de hace más de cien años, por lo que fue sospechoso desde el principio, antes de que se creara el FBI.
En Las Ángeles Ain descubrió al arquitecto Rudolf Schindler y a su obra, producto de una escuela europea, la de Viena, por lo que se inscribió en la Escuela de Bellas Artes, aunque su espíritu inquieto no le ayudó a permanecer sentado en el pupitre durante mucho tiempo.
Trabajó y aprendió con varios arquitectos hasta que en 1935 creó su propio estudio, en el que empezó a diseñar casas absolutamente novedosas, flexibles o con las cocinas abiertas.
Entre sus primeros clientes estuvo Harry Hay, el creador de los primeros movimientos homosexuales militantes del mundo. La casa que Ain le construyó en 1939 se convirtió en un centro de reuniones que atrajo la curiosidad del FBI desde que le dieron los últimos brochazos a las paredes.
Al año siguiente comenzó a estudiar la manera de crear casas prefabricadas y al entrar Estados Unidos en la Guerra Mundial le nombraron ingeniero jefe de Carles y Ray Eames, para quien inventó algo que ahora vemos en todas las tiendas de Ikea y viviendas del mundo: el contrachapado de madera.
Acusado de ser comunista, Ain entró en las listas negras; se quedó sin encargos y sin trabajo. Le expulsaron del “Case Study Houses”, una serie de casas experimentales que los Eames y otros edificaron en California.
Tuvo que marchar de la costa oeste para dar clases en la Universidad de Pensilvania, en cuya facultad de arquitectura acabó como decano en 1963.
Hasta 1967 no pudo regresar a Los Ángeles. Para entonces ya no podía desarrollar el mismo trabajo creativo. Cuando murió en 1988, los cínicos de siempre se echaron a llorar, entre ellos el diario Los Angeles Times, que le calificó como un “héroe de la arquitectura”. Toda su imaginación creadora la había puesto al servicio de los trabajadores, para construir para ellos viviendas acogedoras que pudieran pagar con un salario modesto.
Ahora una organización californiana que se dedica a la conservación del patrimonio urbanístico de Los Ángeles le describe como un “militante social” y un arquitecto “visionario” (2).
Los expertos se lamentan de que una legendaria vivienda que construyó en 1950 para una exposición del Museo de Arte Moderno de Nueva York fuera arrasada en un intento de borrar del mapa cualquier vestigio del comunismo y de los comunistas en Estados Unidos (3).
(1) https://archive.org/stream/reportofsenatefa1949cali#page/688/mode/2up
(2) https://www.laconservancy.org/architects/gregory-ain
(3) https://www.artsy.net/article/artsy-editorial-most-dangerous-architect-america-built-house-vanished