Acuerdo sobre aranceles entre Estados Unidos y la Unión Europea

El domingo Estados Unidos y la Unión Europea llegaron a un acuerdo sobre aranceles que, más bien, parece un anuncio publicitario destinado a generar titulares para los medios de comunicación.

Es la clásica estrategia de Washington: centrarse primero en el espectáculo y posponer los riesgos para el futuro.

El comisario europeo de Comercio, Maros Sefcovic, asegura que se ha alejado el fantasma de la guerra comercial, lo mismo que algunos medios, como Financial Times o Associated Press).

Lo cierto es que este acuerdo es parte integrante de la guerra comercial, que empieza ahora.

El acuerdo ha sorprendido a los medios de comunicación europeos, que se han pronunciado en contra. Esperaban mucho más contra Trump y no ocultan su decepción. Ha sido una auténtica bajada de pantalones.

Además, hay algo aun peor: va a sembrar la discordia dentro de la Unión Europea porque las negociaciones han estado dirigidas por los intereses alemanes, que eran lo más necesitados de un acuerdo, ya que son una potencia exportadora.

Habría que escuchar lo que tienen que decir empresas como la finlandesa Nokia o la siderúrgica sueca SSAB. El primer ministro francés, François Bayrou, dice que el acuerdo demuestra la “sumisión” de Europa a Estados Unidos.

El acuerdo es un golpe de realismo. El atlantismo, el viejo contubernio entre Estados y Europa, se acabará resintiendo. Finalmente, los 27 países de la Unión Europea se han dado cuenta de que no pueden arrastrar a Estados Unidos a su terreno y se han visto obligados a firmar un acuerdo que no pueden digerir.

La Unión Europea no es una potencia económica capaz de plantar cara a países como Estados Unidos o China. Durante mucho tiempo se ha presentado como una superpotencia exportadora y defensora del libre comercio, pero no tiene los medios para defender ninguna de ambas cosas.

Los aranceles han pasado del 1,5 al 15 por cien, el mismo que para Japón. Para Reino Unidos el arancel básico es del 10 por cien, bastante mejor que el del resto del Continente.

La Unión Europea hace todas las concesiones y Estado Unidos hace muy pocas, por no decir ninguna. Para que Estados Unidos firme Europa se ha comprometido a comprar 750.000 millones de dólares en energía y 600.000 millones de dólares en inversión en la economía estadounidense. En otras palabras, lo mismo que Japón, Estados Unidos quiere que los demás países del mundo paguen sus deudas, como ya hemos dicho en varias ocasiones.

Ahora bien, las promesas de la Unión Europea de comprar energía e invertir no son vinculantes, es decir, son compromisos de futuro sin fuerza legal. Habrá que estar a la evolución de los acontecimientos.

Estados Unidos aún se enfrenta a aranceles del 50 por cien sobre materias primas industriales importantes como el acero, el aluminio y el cobre de la Unión Europea, materiales esenciales para la construcción, la defensa y la industria estadounidenses.

Una de las primeras víctimas: Irlanda

Irlanda es una de las primeras víctimas del acuerdo entre Washington y Bruselas. La economía irlandesa depende en buena medida de las multinacionales estadounidenses farmacéuticas (Pfizer, Eli Lilly y Johnson), atraídas por un país que es casi un paraíso fical dentro de la Unión Europea.

También hay otros monoplios estadounidenses afectados, como Apple, Google y Meta/Facebook.

Durante décadas, los ingresos públicos han encadenado importantes superávits presupuestarios para Irlanda.

Irlanda ha mantenido un enorme crecimiento económico desde la década de los noventa, gracias a la introducción de niveles particularmente bajos de impuestos a las empresas que llegaron a establecerse en el país.

Los grandes laboratorios, especialmente en Estados Unidos, albergan ciertas patentes en el país para pagar menos impuestos, que se alimenta de ingresos fiscales.

La economía irlandesa depende en gran medida de las empresas estadounidenses, tanto farmacéuticas, como tecnológicas o financieros.

El año pasado la farmacia representó casi la mitad de las exportaciones irlandesas, 100.000 millones de euros, de los cuales cerca del 40 por cien corresponden a Estados Unidos. Emplea directamente a unos 50.000 trabajadores.

Una gran proporción de medicamentos fabricados en Irlanda son marcas de los que el país es a veces el único productor, como Botox o Viagra, productos que proporcionan grandes márgenes de beneficios.

La economía irlandesa también depende de los grandes gigantes tecnológicos, que también se sienten atraídos por las ventajas fiscales. Han hecho de Irlanda su sede europea y transferidos parte de sus derechos de propiedad intelectual.


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