El vicepresidente del BCE, Luis de Guindos, fue el que se puso el pasado lunes a hacer llamadas a todos los bancos y reguladores españoles para activar definitivamente las fusiones que estaban en el aire.
El número dos del organismo supervisor advirtió de que las fusiones eran una cuestión de necesidad y que debían realizarse «sí o sí» de que sus problemas de rentabilidad se han agravado tras la crisis del coronavirus y, por tanto, «se hace más necesaria la consolidación en el sector».
Guindos ha apuntado que los retornos del capital de los grupos financieros serán inferiores al 2% en 2020 y al 3% en 2021, ocho y siete puntos por debajo del coste de capital y menos de la mitad de lo registrado en 2019, tal y como avanzan los inversores.
De Guindos, adelantó el pasado lunes en unas jornadas realizadas en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo que ya antes de la pandemia los bancos tenían problemas graves, principalmente los de sobrevaloración de activos, problemas que estaban latentes pero que se han acentuado por la caída de ingresos y el aumento de las obligaciones de provisionar al haber aumentado notablemente la morosidad hasta el 14 de marzo de 2020. De Guindos advirtió que las fusiones «deberían llevarse a cabo de manera rápida y urgente».
El vicepredidente del BCE ya anticipó a mediados de julio que en las próximas semanas o meses este proceso iba a comenzar, pero aún ninguna entidad, al menos española, parecía estar dispuesta a iniciar los movimientos. La semana ha sido frenética, según varios medios.
De Guindos manifesto que la vacuna sera un «alivio» pero que a su juicio, «la crisis dejará problemas estructurales en la economía» a los que habrá que estar atentos, como el aumento de entre 15 y 20 puntos de la deuda pública sobre el PIB; el mayor endeudamiento de las empresas y desigualdades sociales, aspectos que eran previos a la declaracion de pandemia.
El escenario que describio fue casi apocaliptico, pero se mostró «optimista» por cuanto que esta nueva situación económica abría «oportunidades» para nuevos actores económicos, lo que en jerga significa un regreso a España de la actividad los fondos buitre, centrados ahora en la adquisición de activos a precios aún más bajos.