‘A Motril llegamos que no podíamos más. Íbamos muy despacito porque no podíamos ni andar’

José Quesada. Huyó con 17 años “A Motril llegamos que no podíamos más. Íbamos muy despacito porque no podíamos ni andar”

El recorrido: José consigue llegar a Almería con su hermano Víctor (21 años), a quien encuentra por el camino huido del frente de Alfarnate. También le acompañan todas sus hermanas: Angelita (25), Concha (23), Mari Pepa (19) y Consuelo (13), el bebé de 10 meses de Concha, el marido de ésta y el novio de Mari Pepa. El grupo se separa a medio camino y José y Víctor se quedan con Angelita y el bebé, pero ella no puede seguir y regresa con el niño a Málaga. Angelita será fusilada en marzo en el cementerio de San Rafael. José y Víctor lucharán hasta el final de la guerra en el frente republicano de Sierra Nevada.

José Quesada Chendre es de los últimos en abandonar Málaga. A las 4.20 de la madrugada del 8 de febrero decide salir de un refugio en el paseo de los Tilos y empezar a caminar hacia Almería. “El día 7 pusieron un cañón en la zona de Teatinos. Entonces nos metimos en el refugio. Estuvimos todo el día allí y no sabíamos qué ocurría fuera. Llegaba gente a la entrada y llamaba a su familia para irse, pero no contaban nada. Ya de madrugada, llegó otra persona buscando a su familia y uno de los que estaba dentro le dijo: ‘De aquí no sale nadie hasta que no cuentes qué pasa fuera’. Entonces lo dijo: ‘Que están aquí; que los fascistas están ya aquí”.

La familia de José Chendre (su hermana Angelita -25 años-, su hermana Concha –23- con su marido Juan y su hijo de 10 meses; su hermana Mari Pepa –19- y su novio Antonio, y su hermana Consuelo –13-) gana terreno a marchas forzadas, con las tropas nacionales pisándole los talones. “Llegando a Nerja, miraba la gente para atrás y veían muchas luces. Decían: ‘Uy, qué luces vienen por ahí; ¿qué será? ¡¡Es un pueblo!!’. Pero era que venían los fachas”. Por el camino, se reencuentran con otro hermano, Víctor (21 años), miliciano en el frente republicano de Alfarnate, que huye también para no caer prisionero.

El camino se hace cada vez más tortuoso. Entre la marea de gente, se pierden sus hermanas Concha y Consuelo y sus respectivas parejas. Angelita lleva en brazos al bebé de Concha y es incapaz de proseguir. “Nos dijo que nos salváramos mi hermano Víctor y yo, y ella se quedó en una casa en Nerja. Seguí andando, cambié de idea y quise volver a recoger a mi hermana, pero ya estaban allí los italianos. En ese momento, me extravié de mi hermano. Pero al rato escucho: ‘¡¡Pepito!!! Y era mi hermano; me cogió de la mano y tiramos. Recuerdo que pasaban los camiones de italianos y que nos tirábamos en la cuneta para que no nos vieran. No sé cómo no perdí la cabeza… Yo le dije a mi hermano que se fuera, pero él no me dejó”. Angelita conseguirá regresar a Málaga, pero nada más llegar será delatada por haber sido delegada de su empresa por la CNT. El 4 de marzo de 1937 es fusilada en el cementerio de San Rafael.

Por el camino, José pierde los zapatos y apenas puede ya andar. Al llegar a Motril, su hermano le compra unas alpargatas, pero se le pegan a las heridas y cada paso se vuelve aún más insufrible. Cuando alcanzan el río Guadalfeo, ya ha pasado lo peor. “El agua iba ya baja, nosotros fuimos de los últimos en cruzar. Luego me contaron la de gente que se había ahogado allí”.

La recta de Adra se hace eterna. Ya no tienen que temerle a los barcos, pero de vez en cuando los Junkers alemanes siguen sobrevolando la caravana. “Había un autobús de línea lleno de mujeres y críos y lo bombardearon. Cuando yo pasé por allí estaba hecho polvo. Otra familia que se había metido en una vaguada, también estaba muerta”.

El sábado 13 de febrero, llegan a Almería en un camión que les recoge al ver el mal estado en el que se encuentra José. “Tenía los pies reventados. Mi hermano se fue al cuartel y a mí me dejaron en un edificio donde había una sola cama, que me dieron a mí. Me hice con una pastilla de jabón y un cubo. Calentaba el agua y metía los pies, así me los curé”. Su hermano Víctor está decidido a enviarlo a Valencia, pero José se niega. “Me dijo: ‘En un barco de estos o en un tren de esos te vas. Te vas para Valencia o donde te lleven’. Yo no, yo no, yo me voy al frente contigo y me fui voluntario con él porque yo no iba tranquilo de lo que había visto”.

Durante toda la guerra, José no llega a coger un fusil. Como jefe de transmisiones en la 54 Brigada Mixta, 213 batallón en Sierra Nevada sólo tiene un teléfono. “El 28 de marzo de 1939, a las 7.40 de la tarde, el comandante dijo que había que entregarse. Por la carretera que iba hacia la costa de Granada, por Órgiva, iba primero el comandante, dos enlaces con bandera blanca y todos los demás, detrás. Teníamos esperanza, creíamos que habían hecho un armisticio”. Un campo de concentración en Padul (Granada) es su próximo destino. Con el paso de los meses, su hermana Conchita consigue unos documentos que les da la libertad y que les permite regresar a Málaga, donde pueden rehacer su vida.

http://www.diariosur.es/malaga/desbanda-testimonios-huida-20180206145526-nt.html

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