A Angela Merkel no le sorprendió la guerra entre Rusia y Ucrania, según declaró el jueves a Der Spiegel.
“No fue una sorpresa”, dijo Merkel al periódico. En ese momento, “los acuerdos de Minsk se erosionaron”, dice la antigua canciller, en referencia al acuerdo de alto el fuego de 2014 mediado por Alemania y Francia, que pretendía dar a las regiones del este un estatus especial dentro de Ucrania.
También dice que sus esfuerzos por crear otra plataforma de diálogo entre Rusia y la Unión Europea el año pasado no tuvieron éxito.
“Quería, junto con Emmanuel Macron, crear un formato de debate europeo independiente con Putin a través del Consejo Europeo”, dijo Merkel, explicando que se había encontrado con la oposición de otros miembros del máximo órgano de la Unión Europea.
“Ya no tenía fuerzas para hacerme valer”, señaló, aunque todo el mundo sabía que estaba a punto de dimitir. Se enfrentó al mismo problema durante su visita de despedida a Moscú, al sentir que ya no tenía capacidad para influir en Putin.
La antigua canciller dice que “deseaba un periodo más tranquilo” tras su marcha y que habría “impulsado [su iniciativa] más” si hubiera decidido encabezar su partido en las elecciones parlamentarias del año pasado y las hubiera ganado.
Merkel también admite que no se ha movido “ni un milímetro” para resolver no sólo la crisis ucraniana, sino también las tensiones entre “Transnistria y Moldavia, Georgia y Abjasia”, así como las crisis de Siria y Libia. “Era el momento de adoptar un nuevo enfoque”, dijo.
Sin embargo, Merkel defiende su oposición a admitir a Georgia y Ucrania en la OTAN, argumentando que había “ganado tiempo” para que Kiev pudiera prepararse mejor para la ofensiva rusa.
Sin embargo, Merkel se mantuvo firme en que Berlín no debería ser “la primera nación en enviar tanques de última generación” a Kiev, advirtiendo que esto sólo dañaría las relaciones de Berlín con Moscú. “Entonces, Rusia sólo se pondría más en contra de Alemania”, dijo.
La antigua canciller está siendo criticada en Alemania por haber hecho que la economía alemana dependiera demasiado del gas ruso. Merkel defiende su decisión afirmando que la compra de gas a Moscú era la mejor manera de asegurar un futuro verde y alejarse del carbón.