Ayer los jefes de la Unión Europea no se atrevieron a consumar el saqueo de los actovos rusos confiscados y se limitaron a aprobar un préstamo a Ucrania garantizado por los 27 países simultánemente.
Hasta el fin de semana pasado el empecinamiento de Von der Leyen y Kallas era tal que se barajan varias hipótesis para explicar el retroceso de los caciques europeos.
La primera es que un acto tan inusual de piratería crearía un precedente que acabaaría perjudiciando a los propios bancos europeos, que habría dejado de ser fiables y perderían clientes (y por lo tanto dinero).
La segunda es que el adversario es demasiado duro de roer y los europeos llevarían todas las de perder frente a Rusia, tanto por las buenas como por las malas.
La tercera es más original y la expuso ayer el periódico alemán Berliner Zeitung: aunque formalmente los haberes son de titularidad pública rusa, en realidad serían capitales privados judíos (*).
Es posible. Los bancos centrales no solo poseen fondos públicos, sino también dinero perteneciente a particulares y empresas.
Incluso durante la Segunda Guerra Mundial, las reservas de los bancos centrales no fueron confiscadas y ahora se podría establecer un paralelismo con los saqueos
que los nazis llevaron a cabo contra los judíos en los años treinta.
Fuera de Europa, en ciertos ámbitos se ha debatido que muchos de los rusos sancionados por la Unión Europea son judíos y que ese sería también el caso de los fondos que parecen como titularidad del Banco Central ruso.
El asunto se plantea como si el dinero no fuera ruso al ser propiedad de un judío, es decir, como si la pertenencia a una confesión religiosa fuera más importante que el pasaporte, e incluso como si hubiera que hacer una excepción con los embargos a los judíos para no incurrir en otro atropello como el de los años treinta en Alemania.
A los rusos se les puede robar el dinero… excepto si son judíos. Sólo en tal caso el embargo sería un acto de piratería contrario al derecho internacional.
Hasta el último momento Merz había estado presionando a los demás “socios” para apoderarse de los activos rusos y, al final, ha ocurrido al revés: al canciller le han presionado porque en realidad el dinero no es ruso sino judío, o sea, intocable.
Es un fracaso que, en cualquier otra circunstancia, hubiera conducido a la dimisión de Von der Leyen y Kallas. También ha sido un duro golpe para Merz, que el día anterior decía que nadie tenía un plan alternativo al suyo.
No obstante, hay que reconocer que el plan era audaz: se trataba del mayor atraco a un banco jamás planeado.
(*) https://www.berliner-zeitung.de/politik-gesellschaft/wenn-russisches-vermoegen-enteignet-wird-werden-juden-beraubt-eine-innerdeutsche-erinnerung-li.10010207