Ganó, bien que no por mucho, el Bloque Popular que proclamó la tan ansiada amnistía a los presos obreros encarcelados tras la insurrección proletaria de 1934 (o la restauración del Estatuto catalán suspendido por el gobierno radical-cedista del «Bienio Negro»). Lo que los partidos democráticos burgueses consideraban una coalición electoral más veían que se les iba de las manos la dirección del movimiento popular tomando un peligroso -para ellos- rumbo proletario que había que desnortar, como, por ejemplo, Indalecio Prieto, socialista siempre partidario de la conciliación de clases o, incluso, el propio Largo Caballero, que pasaba por ser más «radical» (el «Lenin español», nada menos), pero, en el fondo, también prietista. Aún así, la reacción, terratenientes, oligarcas y militares vieron en ese triunfo poco menos que la antesala de una revolución con las trazas de la bolchevique en Rusia, y vino el golpe del 18 de julio, la sublevación militar-fascista que el general Mola, principal cerebro del golpe, pensó como un clásico pronunciamiento decimonónico que durara «tres o cuatro días, como mucho» (pensando en tomar rápido Madrid) y duró aquello tres años de guerra nacional revolucionaria del pueblo contra el fascismo indígena y extranjero. Jamás se había visto en la historia nada parecido en lo relativo al coraje del pueblo entregado a su suerte, salvo la ayuda de la Unión Soviética de Stalin, a quien la gente adoraba, seguramente porque la gente era idiota.
De aquella tragedia hoy se quiere hacer una comedia, una farsa, haciendo querer ver que puede formarse un nuevo «frente popular» liderado por el PsoE en comandita con «Podemos» y los «independentistas» catalanes (incluido, ahora sí, el regionalista PNV, que demuestra tener más amor a la pela, a pesar de que esta fama se la lleven los catalanes, en fin…).
Como diría aquel, «manda güevos». Como si quienes ganaron la guerra, los fascistas, se hubieran hecho un harakiri y hubieran pasado por un «Nuremberg» y hete aquí que, con el milagroso advenimiento de la «democracia» mediante una mítica «Transición modélica y pacífica», sin previa ruptura democrática, que qué menos, pero ni eso, parece ser que la «democracia» está en peligro en manos del apático y abúlico Rajoy a quien hay que conseguir que, o bien que se vaya (la caverna, y poner a otro), o bien que despoltronar para poner un gobierno «reformista y progresista», esto es, un nuevo «frente popular» que tumbe al (neo)fascismo coronado (en la República, por lo menos, no había rey), o en peligro de «fascistización», que suena mejor. Como si esta «neocasta» no formara parte ya de ese fascismo que ganó la guerra y ellos contribuyen a encalar su podrida fachada.
Pero, claro, hablar de aquella guerra, la del 36.es propio de dinosaurios. Hoy lo que está en peligro es el «régimen del 78», o sea, cuando advino la democracia gracias a la Constitución. Es esta «democracia», muerto Franco, la que hay que recuperar. Es precisamente este «régimen democrático» el que hay que salvar de las garras de la derechona y sus medidas y recortes antipopulares, por lo tanto: ¡¡¡viva el frente popular liderado por Pedro (Sánchez) y Pablo (Iglesias)!! ¡¡¡ Vivan Los Picapiedra, los Flinstones) !!!
Me las piro.
O, mejor, me quedo para arrumbar tanta basura junta.
Hemos querido recordar esta fecha olvidada por quienes prefieren celebrar el 14 de abril de 1931, fecha de la proclamación de la II República, que nosotros, por supuesto, también celebramos y conmemoramos, pero lo cortés no quita lo valiente, que decía aquél.
Buenas tardes.