Si la víctima del crimen fuera un niño, la paranoia mediática se multiplicaría exponencialmente.
En Austria los medios han creado tal pánico a los extranjeros (emigrantes, refugiados) que los locales están pidiendo permiso de armas y comprando armas. En realidad, lo cotidiano es que los extranjeros son quienes deben tener miedo a los europeos, y no al revés.
El jueves un nazi sueco mató con un sable a dos personas, un profesor y un alumno, en una escuela por motivos raciales. En un registro practicado en su domicilio, la policía encontró una carta escrita por el asesino en la que reconocía que seleccionó a sus víctimas por su origen étnico.
En su cuenta de YouTube el asesino publicaba propaganda nazi y en su perfil de Facebook apoyó la campaña del partido fascista Demócratas de Suecia a favor de convocar un referéndum contra la emigración.
Ese mismo jueves un alemán de 32 años, Silvio S., confesó ser el autor del secuestro, violación y asesinato de un niño refugiado, llamado Mohamed, de 6 años de edad, llegado de Bosnia-Herzegovina con su familia hace un año. El niño desapareció a comienzos de octubre de un albergue para refugiados de Berlín.
También ha confesado el asesinato de otro niño, Elías, de 4 años, desaparecido desde el mes de julio de su casa en Postdam, cerca de Berlín. La policía investiga otras desapariciones de niños por si pudieran ser obra del detenido.
El asesino mató al niño estrangulándolo con un cinturón y lo enterró en un jardín a 50 kilómetros de Berlín. En el caso de Mohamed lo tenía guardado en el maletero de su coche.
Según estimaciones policiales, hasta finales de octubre se han producido unos 600 ataques atribuidos a los nazis contra albergues de refugiados.
Por otro lado, la situación en la frontera con Austria es insostenible, ha advertido un portavoz de la policía del puesto de Passau, para quien es “cuestión de tiempo, que muera aquí de frío el primer bebé”.