Ayer se produjeron graves enfrentamientos entre manifestantes y policías en varias ciudades francesas durante la jornada de lucha contra la reforma de las pensiones. Al final de la tarde, la policía había realizado unas cuarenta detenciones en todo el país.
Francia vivió la mayor jornada de protesta desde 2010. Se convocaron más de 300 manifestaciones en diferentes localidades. La policía calcula el número de manifestantes entre más de un millón y cerca de un millón y medio. Las estimaciones de la CGT son de 3,5 millones de trabajadores en la calle.
Desde mediados de enero ha sido la sexta gran movilización convocada en Francia contra la reforma de las pensiones. El seguimiento ha sido masivo en el sector ferroviario, uno de los más movilizados históricamente, ya que solamente el 20 por cien de los trenes de alta velocidad operaban con normalidad y las conexiones internacionales fueron suspendidas por completo.
Los huelguistas bloquearon la salida de carburantes en todas las refinerías de Francia, así como la circulación en las vías de acceso de algunas ciudades. Los camioneros se encargaron de cortar algunas de las principales carreteras.
La huelga de los controladores aéreos ha hecho que entre el 20 y el 30 por cien de los vuelos sean suspendidos en ciudades como París, Burdeos, Lille o Lyon.
En el sector energético, consiguieron retirar de la red un total de 9,9 gigavatios de producción de electricidad de centrales nucleares, térmicas e hidroeléctricas, lo que equivale a aproximadamente el 18 por cien de la producción total.
Otro de los sectores donde más se ha extendido la huelga es el de la educación, donde una multitud de clases fueron suspendidas, pocos alumnos fueron a las aulas y se estima que más del 30 por cien del profesorado no acudió a su puesto de trabajo.
Cerca de un millar de manifestantes levantaron barricadas en París, en Port-Royal, hacia las 16.00 horas de la tarde, para frenar las cargas policiales. Luego atacaron e incendiaron dos sucursales bancarias.
En Nantes, donde la manifestación reunió entre 30.000 (según la policía) y 75.000 personas (según los sindicatos), se lanzaron proyectiles y se dispararon gases lacrimógenos en pleno centro de la ciudad, una hora después del inicio de la manifestación.
La marcha prosiguió hasta la isla de Nantes, donde los manifestantes habían levantado varias barricadas con material procedente de una obra. La policía detuvo a 11 personas durante la manifestación, la más tensa desde el inicio del movimiento contra la reforma de las pensiones en Nantes. Un coche Tesla y una agencia de trabajo temporal fueron destruidos.
En Rennes la manifestación se convirtió rápidamente en un enfrentamiento entre la policía y los manifestantes, que lanzaron de pintura, quemaron contenedores y colocaron barricadas en las calles, con rotura de los cristales de los centros comerciales.
Por la noche unos 200 manifestantes bloquearon la carretera nacional a la salida de Rennes con barricadas y filas de carritos de supermercado, a veces incendiados, antes de ser desalojados por la policía.
Al margen de este corte, varios comercios fueron saqueados, entre ellos una tienda de iluminación y una gasolinera.
En Guingamp también se produjeron graves enfrentamientos callejeros entre policías y manifestantes. Un manifestante resultó herido
Aun siendo cifras más pequeñas de lo que deberían ser, ¡qué envidia me dan los franceses! Un pueblo con un nivel cultural y social aceptable, en el que un porcentaje de la población se sigue rebelando contra esta horda de malparidos, dementes y ladrones que reprimen el continente europeo. Esto sí que es un pueblo, y no como sus vecinos del sur; un pueblo castrado, alienado y entontecido hasta límites insospechados, que no se mueve aunque les estén pegando un tiro, y en el que el valor supremo es el dinero sin esforzarse demasiado. ¡Vaya una mierda de país, el de «vivan las caenas» y «muera la inteligencia».
Los manifestantes, ¿no detuvieron a ningún policía?