La empresa fundada por Walt Disney hace casi cien años se quedó con la producción audiovisual de Twentieth Century Fox, Fox Searchlight Pictures, el 60 por ciento de la plataforma Hulu (ya tenía el 30 por ciento), los canales FX Networks, National Geographic y otros 300 canales internacionales. Pero sobre todo embolsa las franquicias más taquilleras de la historia del cine y la televisión como Deadpool, X-Men y los Cuatro Fantásticos, Alien, La Jungla de Cristal, Avatar, Padre de Familia y Los Simpson.
El magnate Rupert Murdoch, por su parte, mantendrá una participación accionaria en Disney y se reservó los canales Fox Sports y Fox News, por lo cual Donald Trump podrá seguir despertándose con programas de noticias a su medida.
Disney había alcanzado un acuerdo en 2017 para adquirir Fox por 52.400 millones de dólares, “pero debió subir su oferta a 71.300 millones en junio de 2018 luego de que Comcast ofertara 65.000 millones”. Como revelan las cifras, se trata de una lucha de titanes que disputan por una audiencia mundial en un mercado saturado por una superproducción de contenidos.
Los medios hablan de “guerra por el streaming”, las plataformas de descargas de contenidos que, hasta el momento, domina Netflix con sus 140 millones de usuarios, pero en las que ya desembarcaron Amazon y Apple. Ahora se suma la división de Disney, una plataforma donde dispondrá, como en góndola, un catálogo interminable.
Pero poco a poco empiezan a caracterizar a estos movimientos de compras y fusiones en términos de “burbuja de contenidos” y cada vez dan señales de mayor preocupación frente a una “fiesta que sigue” pero “cuyas costuras pueden asomar en cualquier momento”. Antes que la guerra por el streaming es la más pedestre guerra comercial y crisis económica internacional la que motoriza la “fiesta”, esta profunda reorganización del mercado de contenidos audiovisuales.
Dos ejemplos. Netflix logró apaciguar la inquietud de sus accionistas ante un modelo de negocios que no le cierra a nadie (más invierte en producción de contenidos, más se endeuda) cuando resolvió cambiar su política y aumentar sus suscripciones entre un 13 y un 15 por ciento en Estados Unidos.
Disney, por su parte, tomó deuda por 36.000 millones de dólares para financiar la compra de Fox a través de acciones y en efectivo, una cifra que lleva todas sus deudas “a un nivel más alto de lo normal”. En este cuadro, los inversionistas vienen expresando su creciente alarma por la pérdida de suscriptores de ESPN. Desde por lo menos 2013, se asiste al “cord-cutting” (cortar el cable), la cancelación de suscripciones al cable para reemplazarlo por el consumo de otras plataformas, algo que afectó a Comcast –el operador de cable más grande de los Estados Unidos- y a la división de deportes de Disney.
Tampoco parecen cumplirse las expectativas cifradas en la venta de los 22 canales regionales de deportes de Fox –la única condición impuesta por el Departamento de Justicia para convalidar la concentración monopólica-, por la cual la compañía esperaba recaudar 20 mil millones de dólares. La avalancha de ofertas no se produjo todavía. El próximo 11 de abril se llevará a cabo la reunión del CEO de Disney, Bob Iger, con los inversionistas que esperan conocer los detalles de la nueva estrategia del servicio Disney, incluido el precio de la suscripción, “antes de decidir si continúan manteniendo las acciones”.
En un mail de bienvenida a los empleados de Fox, Bob Iger escribió: “Desearía poder decirles que la parte más difícil está detrás de nosotros”. Efectivamente, la “parte más difícil” está delante de los trabajadores y se confirmó con el primer anuncio del CEO: un recorte de 2.000 millones de dólares de gastos que se aplicará fundamentalmente en la planta de personal, contra cientos de puestos que ahora aparecen duplicados en los estudios de cine y televisión, en los canales de cable, en los sectores administrativos de venta y distribución.
Murdoch habría dicho a sus empleados: “Todos ustedes son dueños” para referirse a las pocas acciones que recibirán quienes sobrevivan en Fox Corporation. Se habla de más de 3.000 trabajadores que quedarán en la calle en las próximas semanas. Una imagen salvaje que no reproducirá la megapantalla de la corporación de Mickey Mouse.
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