Para quienes nunca siguen las noticias africanas, rebobinamos el culebrón del enfrentamiento entre Madagascar y la OMS. Hasta ahora hemos contado que varios países africanos, entre ellos Madagascar, han expulsado a la OMS de su suelo.
También hemos contado la historia de la quina y sus múltiples derivados, cuyo origen está en los indígenas americanos y que fue pirateada por los europeos, entre ellos los jesuitas, que la han utilizado como remedio farmacológico desde hace 400 años.
Madagascar ha patentado un derivado de la quina, llamado CVO, como fármaco antibacteriano que, al mismo tiempo, tendría también efectos antivirales, por lo que en medio de una pandemia resultaría un éxito comercial. Al menos eso es lo que ellos creen.
La OMS ha saboteado la distribución de CVO porque no ha sido probado siguiendo los cánones clínicos que son aceptados por las grandes potencias colonialistas antes de comercializar un medicamento.
Como consecuencia de ello, el Presidente de la isla africana, Andry Rajoelina, ha expulsado a los funcionarios de la OMS del país y ha llamado a otros países del continente a que hagan lo propio.
No obstante, el miércoles el Presidente malgache mantuvo una videoconferencia con el director de la OMS, Tedros Adhanom Ghebreyesus, que acabó en una tregua.
Según Rajoelina, la OMS se comprometió a realizar pruebas de laboratorio sobre la eficacia antiviral de la CVO, cuya fórmula magistral entregarán al organismo, previa firma de “una cláusula de confidencialidad”.
Los africanos temen que vuelva a reproducirse la piratería a la que son tan aficionados los colonialistas y cuyo truco es ampliamente conocido: los remedios caseros no curan nada (son brujería), pero por si acaso se lo llevan a casa y acaban patentándolo y comercializándolo ellos mismos con otros nombres.
En una entrevista pública a las cadenas colonialistas, Rajoelina ha afirmado que el CVO no ha sido aprobado aún por su origen africano, es decir, porque su patente no está en poder de las multinacionales farmacéuticas.
El Presidente malgache se ha quedado corto: el CVO no ha sido respaldado porque el colonialismo sigue a pleno rendimiento en África, en este caso bajo la forma de una sustitución de la medicina autóctona (calificada de anticientífica) por la medicina colonial (calificada de científica).
El acuerdo con la OMS significa que Madagascar formará parte de lo que llaman “Ensayo de Solidaridad”, una iniciativa para demostrar la eficacia de tres remedios antivirales africanos.
“Sobre la base de estudios de laboratorio, en animales y clínicos, se seleccionaron las siguientes opciones: remediavir, lopinavir/ritonavir con interferón beta-1a, y cloroquina o hidroxicloroquina”, dice la página web de la OMS.
¿Cuál es el futuro que le espera al CVO? Hemos consultado el tarot, que nos dicen lo siguiente:
El CVO no va a pasar las pruebas clínicas, por lo que será despreciado como la típica santería africana.
Si pasa las pruebas, las multinacionales farmacéuticas se apoderarán de la patente, lo comercializarán por todo el mundo en garrafones de cinco litros.
Si el CVO tiene que competir con antivirales, como el remdesivir de la multinacional Gilead, a los consumidores se les planteará una disyuntiva: o bien optan por una mercancía africana o bien por una mercancía “made in USA”.
Ningún país va a poner en las etiquetas que el CVO ha pasado las pruebas clínicas, mientras el remdesivir es un pucherazo del canalla de Fauci y sus secuaces.
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