El nuevo periodismo se nutre, pues, de fantasmas, fantasmadas y cazafantasmas, que vienen a ser lo mismo. Si, tienen razón los fantasmas de Publico.es: el periodismo está totalmente desacreditado, pero no sólo por los bulos y fantasmadas que difunden. No tienen más que mirarse el ombligo y explicarnos la siguiente bazofia que publicaron el 4 de enero de 2014:
Kim Jong Un ajustició a su tío con una jauría de perros de presa
Con ese nivel, es lógico que Publico.es y gacetilleros parecidos, como Maldita.es, estén desacreditados. Es imposible diferenciarlos de un vertedero de basura y no van a cambar por más algoritmos que utilicen en su ridícula cacería de bulos; podrían acabar pegándose un tiro en la oreja.
Lo de la prevención de las noticias falsas ya lo hizo el franquismo en 1939; se llama censura y ahora se practica con la mayor naturalidad en redes sociales, como Facebook, entre otras, que cierran todas aquellas páginas que no gustan en Washington o en Tel Aviv.
La caza de bulos es el oficio más viejo del mundo y nunca ha necesitado algoritmos; basta con enviar a la Inquisición o a la Guardia Civil y cerrar un periódico, como ya hicieron con Egunkaria en 2003. El quemar vivos a los periodistas o despellejarlos es optativo.
Quien crea, como el autor del artículo que comentamos, que una máquina puede ayudar a prevenir la difusión de la desinformación, debe hacérselo mirar. De lo que se trata es de disimular la censura con uno de esos programas informáticos asépticos y neutrales, “made in MIT”, que encandilan a los “geeks”.
Naturalmente que los inquisidores, como Clara Jiménez, de Maldita.es, no quieren limitar su furia a las publicaciones sino también a las conversaciones privadas, de tal manera que a través de chats, como WhatsApp, sólo se expresen afirmaciones verídicas, contrastadas y fiables.
No vamos a aburrirles con más chorradas. Les dejamos con la frase de Preslav Nakov, uno de esos cretinos que elaboran los algoritmos para detectar noticias falsas: “La dicotomía izquierda-derecha no es una división universal”, afirma. “Por ejemplo, estas nociones aparecen invertidas en Europa del Este, donde la izquierda es conservadora y la derecha es liberal”.
Hace falta ser rematadamente tonto para decir tal cosa; imagínense ahora qué tipo de algoritmos fabrican esos descerebrados.