El banco financió una compra ilegal de armas con destino a Ruanda en junio 1994, en el momento mismo en el que se estaba cometiendo el genocidio. En dicho momento el país estaba sometido a un embargo de armas ordenado por la ONU. El 17 de mayo de 1994 el Consejo de Seguridad de la ONU votó una resolución prohibiendo la venta de armas a Ruanda.
El cargamento procedente de las Seychelles se componía, fundamentalmente, de kalashnikovs AK-47, centenares de miles de balas de fusil y metralleta, granadas, obuses y morteros.
Según la querella, a mediados de junio de 1994 se enviaron 80 millones de toneladas de armas desde las Islas Seychelles hasta Goma, en la frontera del Congo con Ruanda, cuyo aeropuerto estaba controlado por Francia.
Las armas procedían de una captura que realizó en marzo de 1993 el gobierno de las Islas en un buque y se entregaron por carretera a las Fuerzas Armadas Ruandesas, que en ese preciso momento estaban cometiendo la gran matanza.
Las armas sirvieron para equipar a los milicianos que participaron en el genocidio, aseguró el especialista Jacques Morel, autor del libro “Francia en el corazón del genocidio tutsi”. Aunque muchas de las matanzas se llevaron a cabo con machetes, hubo otras que se hicieron con armas automáticas.
El genocidio de Ruanda en uno de los mayores crímenes de la historia de la humanidad. Entre abril y julio de 1994 causó cerca de un millón de muertos, la mayor parte de ellos tutsis y la otra parte hutus. Fue provocado por la rivalidad imperialista entre Francia y Estados Unidos, enfrentados por el control de la región de los Grandes Lagos.
Es la primera vez que se presenta un querella similar contra un banco en Francia.