En porcentajes, los enfermos han pasado del 4,7 al 8,5 por ciento de la población adulta, siendo superior en España, del orden del 10 por ciento aproximadamente: uno de cada diez.
Las multinacionales farmacéuticas tienen aquí uno de sus negocios más fabulosos: cada vez hay más enfermos y los precios de las medicinas se disparan. El precio de la insulina se ha triplicado entre 2002 y 2013. El coste anual del tratamiento de un diabético ronda los 700 euros.
Si el precio del tabaco se sobrecarga con una tasa debido a las enfermedades que provoca, no hay explicación posible de que no se haga lo mismo en España con los alimentos y las bebidas azucaradas que causan la diabetes, salvo una: que deliberadamente se persiga incrementar el número de enfermos y de beneficios de las multinacionales del medicamento: la danesa Novo Nordisk, con el 47 por ciento del negocio, la francesa Sanofi y la estadounidense Elly Lilly.
El año pasado Nordisk incrementó sus beneficios un 32 por ciento sobre 2014, llegando al récord de 4.670 millones de euros de ganancias. La insulina representa el 85 por ciento del negocio de la multinacional danesa y las previsiones han logrado que sus acciones se revaloricen el 800 por ciento en diez años en plena crisis capitalista.
La diabetes es una de esas enfermedades en las que no es frecuente oír hablar de la necesidad de erradicarla, como se habla de erradicar otras. Tampoco se habla de las causas o, mejor dicho, se ocultan porque afectan a otras multinacionales, como Coca-Cola, que en noviembre del año pasado patrocinó la IV Carrera Popular contra la Diabetes, con la complicidad de la Fundación para la Diabetes y la Asociación de Diabéticos de Madrid.
Unas multinacionales fabrican las enfermedades, otras los medicamentos contra ellas y, en medio, las asociaciones de enfermos lavan la cara a los culpables de su enfermedad y participan de los dos negocios, a cada cual más rentable, todo ello en nombre de una “lucha” contra la enfermedad, que es igual de hipócrita que la “lucha” contra el yihadismo.
Gracias a un intenso lavado de cerebro publicitario, los monopolios causantes de las enfermedades, como Cola-Cola, tienen sus marcas comerciales asociadas a todo lo contrario: a la salud y a una vida sana. Con la ayuda de las ONG y fundaciones de enfermos, sus mentirosas campañas tienen como fin “concienciarnos” sobre el grave problema de esta enfermedad o de aquella otra.
Como venimos advirtiendo, el capitalismo se está convirtiendo en un problema de salud pública cada vez más importante. Hay que llevar esta terapia a las Facultades de Medicina: sin acabar con el capitalismo no se podrá impedir jamás que determinadas enfermedades, como la diabetes, proliferen de manera exponencial.