Como nos cuesta retener sus nombres, los imperialistas nos venden la moto varias veces. De esa manera dan muestras de que luchan contra los yihadistas y de que sus bombardeos son eficaces y precisos, casi como un tiro en la nuca.
Hay un dato importante que siempre coincide: todos los dirigentes del Califato Islámico han muerto en bombardeos de Estados Unidos, no en los rusos, que no apuntan bien.
Los bombardeos más importantes de Estados Unidos en Siria no son explosivos sino propagandísticos. Se trata de generar noticias, ese tipo de relámpagos que vemos, oímos o leemos y se nos quedan grabados en las neuronas para siempre.
Las bombas que caen sobre Siria siempre proceden “de fuentes bien informadas”. Se llaman CNN, Sky News, Reuters, La Secta…
La lección que todo el mundo debe extraer es que no hay quien pueda con Estados Unidos. Los desafíos contra su supremacía se pagan muy caros.
Una manera de inflar una noticia es poner al yihadista en el candelero, para que luego los medios puedan anunciar aquello de que era “el terrorista más buscado”.
Es como en los tiempos del franquismo, cuando la prensa titulaba que la policía había detenido a un peligroso terrorista fugado que había participado en el atentado de la calle Correo (o cualquier otro).
Si la noticia sólo habla de que el detenido se dedicaba repartir propaganda, se devalúa, no capta la atención del oyente, que necesita una sobredosis de información.
Por eso mismo los detenidos y los muertos nunca son vulgares soldados rasos sino altos dirigentes. En las “bandas armadas” no hay más que jefes.