Fue uno de los bombazos del año en materia de salud pública. En octubre de 2015, y por primera vez en la historia, la Organización Mundial de la Salud (OMS) relacionaba de manera directa la carne procesada -hamburguesas, salchichas o embutidos- con el aumento en las posibilidades de sufrir cáncer, situando su consumo en el mismo grupo de riesgo que el de sustancias como el tabaco o el alcohol. Al mismo tiempo, establecía que la carne roja (vacuno, cerdo, cordero…) es “probablemente cancerígena”. El informe se basaba en un estudio realizado por 22 científicos de la Asociación Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés).
La poderosa industria cárnica reaccionó rápidamente. Según acredita un documento, cuatro de las principales corporaciones del sector en España (Interporc, Provacuno, Asici e Interovic) aunaron fuerzas para tratar de contrarrestar las informaciones y estudios de la OMS.
Lo hicieron a través de SPRIM, una agencia de comunicación cuyo principal cometido es, según reza su propia web, “transformar la información científica en soluciones de negocio con valor estratégico añadido”.
El plan consistió, fundamentalmente, en contar con la colaboración de cinco expertos de primer nivel con el objetivo de que trasladaran “a los distintos medios de comunicación, así como a las sociedades científicas y médicas, argumentos científicos en defensa del sector”, según detalla el propio documento.
También se puso en marcha una estrategia digital con la que, textualmente, se trataba de “contrarrestar la información negativa aparecida por la publicación del informe de IARC”. Artículos en blogs, publicidad online, identificación y estudio de las informaciones relacionadas con el informe, trabajo en SEO para que los argumentos de la industria “alcancen las primeras posiciones del ránking de los buscadores”, intervención en foros… Todo ello, como parte de lo que el documento califica de proceso de “evangelización” en favor de sus intereses.
Los cinco expertos contactados por SPRIM fueron Carmen Vidal Carou, catedrática de Nutrición y Bromatología de la Universidad de Barcelona; Abel Mariné, catedrático de Nutrición y Bromatología de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Barcelona; Carmen Gómez Candela, jefa de la Unidad de Nutrición Clínica y Dietética del Hospital de La Paz, en Madrid; Antonio Villarino, presidente de la Sociedad Española de Dietética y Ciencias de la Alimentación (SEDCA). y Susana Monereo, jefa del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Gregorio Marañón (Madrid).
La maniobra no tardó en dar sus frutos. Según recoge el documento, y a los pocos días de publicarse el controvertido informe de la OMS, la Asociación Española de Pediatría Extrahospitalaria y atención primaria emitió una nota de prensa en la que recomendaban un consumo de carne en niños de “entre 5 y 8 veces por semana”.
Otro de los logros que se atribuye la maniobra del lobby cárnico fue haber conseguido que “se multiplicaran las críticas a la forma de comunicar el informe de la OMS, hasta el punto de que tuvieron que matizar su primer comunicado y no recomendar a la gente que dejase de comer carne roja o procesada, sino que redujese el consumo”.
Todo ello formó parte de la primera fase del plan de acción. La segunda y tercera, recogidas en el documento, se prolongarán durante la primera mitad de 2016 y cuentan con un presupuesto de 102.000 euros. Ese dinero incluye, además de lo que califica de “honorarios a los expertos colaboradores” (4.500 euros), conceptos como “Mantenimiento del Gabinete de coordinación de Crisis unificado” (6.000 euros), “Análisis de los estudios científicos referenciados en el resumen de las evaluaciones de la IARC e identificación y análisis de los estudios científicos de los últimos 5 años que relacionan el consumo de carne con el cáncer” (23.500 euros) o “Desarrollo de contenidos SEO + Estrategia SEM + Evangelización” (25.00 euros), entre otros.
Desde SPRIM, la empresa encargada de elaborar el plan de acción, defienden “el máximo rigor y objetividad” de su trabajo, y explican que “al ser un tema que hacía referencia a la salud, las interprofesionales del sector decidieron que era más lógico que fueran los profesionales de la salud quienes respondieran a las preguntas de los medios de comunicación”.
SPRIM aclara que “los expertos en ningún caso actuaron como portavoces del sector, sino que hablaron en su calidad de profesionales insistiendo en las recomendaciones de frecuencia de consumo adecuadas, teniendo en cuenta los beneficios del consumo en la frecuencia recomendada y riesgos de los excesos”.
Por su parte, los expertos aludidos apuntan que la maniobra del sector está dentro de lo habitual. “El sector cárnico tiene derecho a defenderse, del mismo modo que hacen todos los sectores: no se trataba de contradecir a la OMS, sino de matizar su comunicado y explicarlo”, argumenta Abel Mariné, que asegura no haber percibido dinero alguno por su colaboración con el estudio de SPRIM.
Mariné, sin embargo, sí admite que la cátedra Carne y Salud de la Universidad de Barcelona, que él mismo se encarga de coordinar, “firmó un convenio con el sector porque estaban preocupados por la aparición de este tipo de informaciones”. Un convenio “de varios miles de euros, no muchos”, orientado a que “las empresas del sector puedan decir a sus consumidores: ‘puede usted comer carne con tranquilidad. No porque lo diga yo, sino porque lo dicen los estudios científicos”. En ese sentido, y según el nutricionista, “los expertos venimos diciendo lo mismo desde hace años: hay que comer carne en cantidades moderadas. La toxicidad de las sustancias no está relacionada con su naturaleza, sino con la dosis. En ese sentido, el informe de la OMS fue precipitado”.
Sobre la presunta incompatibilidad de que grandes empresas privadas financien este tipo de estudios enfocados a calar en la sociedad con la opinión de expertos reconocidos, así como en cátedras de universidades públicas, Mariné cuenta una anécdota: “Pasteur empezó trabajando en la industria de la cerveza, y a partir de ahí empezó a observar los microbios. No hay nada de malo en ello”.
Para Vidal, el sector cárnico trata de que “los mensajes lleguen al gran público, como hacen otras tantas empresas”. Y añade: “Yo, como experta, simplemente he dado mi opinión respecto a un comunicado de la OMS que generó una gran confusión, y que a la postre no ha repercutido mucho porque la gente ya no sabe a quién creer. Porque hoy en día todo el mundo opina sobre temas alimentarios. En ese sentido, es de agradecer que el sector de la carne cuente con la opinión de los expertos en la materia para arrojar luz sobre el tema”.