El dopaje se ligó al deporte a partir de un determinado momento de su evolución: con la creciente profesionalización, a su vez consecuencia de otra transformación del deporte en un suculento negocio internacional en el que los medios de comunicación tienen una parte importante.
Sin embargo, es precisamente esa vinculación de la que los medios de comunicación no quieren hablar, como tampoco de la complicidad de las federaciones deportivas (nacionales e internacionales) y olímpicas en el asunto, es decir, tanto en el dopaje como en el negocio.
El domingo 6 de marzo la cadena alemana de televisión emitió el tercer capítulo sobre el dopaje de los deportistas en Rusia. Se titula “Confidencial Dopaje: Cómo Rusia fabrica sus ganadores” y da a entender que se trata de algo exclusivo de aquel país, donde todo lo que nos muestran -desde los tiempos de los planes quinquenales- es siniestro.
Los próximos Juegos Olímpicos de Río de Janeiro tienen algo que ver en esta euforia por el deporte “limpio”. El asunto de Maria Sharapova ha llegado a los medios de la manera tópica en la que los casos de dopaje aparecen en el tenis. La antigua ministra francesa de Deportes ha denunciado el caso de Nadal para que la prensa patria se rasgue las vestiduras ante tamaña ofensa. El dopaje de la atleta del PP Marta Domínguez hundió el “prestigio” de nuestros medallistas…
A quienes han lavado el cerebro con eso de que el deporte no tiene nada que ver con la política, hay que contarles lo que afirma el diario francés L’Equipe: la gran atleta rusa Julia Stepanova ha pedido asilo político a Canadá y desde hace dos años vive escondida en Alemania, seguramente porque su vida corre peligro. ¿Quién no corre algún peligro en Rusia?
Stepanova dio positivo en un control de dopaje deportivo y, a pesar de ello, el Comité Olímpico le ha autorizado a participar en los próximos Juegos de Rio de Janeiro. Pero es muy probable que, como consecuencia de sus declaraciones, quien no pueda participar en ellos sea Rusia, es decir, que no participarán precisamente aquellos que no se han dopado.
La tenista Maria Sharapova confesó que tomaba meldonium, desde hacía diez años. El meldonium es un compuesto químico elaborado en 1975 en Riga, cuando Letonia pertenecía a la Unión Soviética, para proteger el corazón de las personas sometidas a estrés o que realicen grandes esfuerzos físicos. Es un fármaco barato, eficaz y sin efectos secundarios nocivos para el organismo. Facilita que los atletas se recuperen antes del esfuerzo realizado.
Algún lector estará cavilando sobre los motivos por los cuales los casos de dopaje afectan mucho menos a Estados Unidos que a otros países, cuando la población de Estados Unidos vive dopada permanentemente por unas u otras drogas. ¿Sólo sus deportistas no se drogan?
Para entender el dopaje la pregunta se debería formular de otra manera: ¿por qué las instituciones deportivas han prohibido el meldonium? Porque el meldonium sólo se consume en los países del este de Europa. El mercado de meldonium asciende a 70 millones de euros que, por sí mismos, suponen el 0,7 por ciento del presupuesto público de Letonia. Exagerando bastante, se puede decir que el meldonium es como el petróleo para Kuwait.
En fin, la consideración del consumo de meldonium como dopaje es una decisión puramente política, lo mismo que cualquier otra de las que se toman con los demás productos químicos. Unos son buenos para la salud, los recetan los médicos y son legales. Otros son malos, los recetan los narcotraficantes y son ilegales. Unos se fabrican con patente de Estados Unidos y otros de Letonia. La frontera entre unos y otros la pone Estados Unidos y no precisamente por motivos médicos.
La agencia estadounidense contra el dopaje creó una falsa ONG, llamada “Partnership for Clean Competition” que desde hace años conserva muestras de sangre y orina de deportistas que analiza en función de los resultados obtenidos en las competiciones, del lugar del origen del deportista y de las restos encontrados. En base a ello dictan las correspondientes “fatwas” farmaco-deportivas de una manera absolutamente discriminatoria. Los productos que toman los deportistas de determinados países son drogas y hay que prohibirlas porque falsifican la competición; las demás son productos beneficiosos para la salud.
En 2014 la falsa ONG analizó 8.300 muestras de orina tomadas a deportistas y encontraron meldonium en 182 de ellas. Todos ellos eran deportistas del este de Europa. Poco después, en octubre de aquel año, la agencia estadounidense contra el dopaje planteó por primera vez que el meldonium era una sustancia dopante en el orden del día del simposio anual de Fénix, en Arizona. A finales de año el meldonium ya era considerada como una sustancia “sometida a vigilancia”.
En abril del año siguiente los resultados sobre el meldonium se publicaron para que pudieran servir como “prueba científica” que justificara su prohibición dentro de la categoría S4, es decir, en la categoría de hormonas y moduladores metabólicos.
Como estaba previsto, en enero de este año se prohíbe su utilización a los deportistas, con la sanción de cuatro años de suspensión en caso de incumplimiento. Los deportistas del este de Europa, en especial los rusos, han empezado a caer como moscas. El deporte ruso está bajo sospecha. De nada sirve explicar que, aún admitiendo la prohibición, el meldonium tarda seis meses en desaparecer del organismo, por lo que la sanción se está aplicando con carácter retroactivo, es decir, se penaliza el consumo de una sustancia que antes del mes de enero no era considerada como dopante. Por lo tanto, seguirá habiendo “positivos” por dopaje de deportistas del este de Europa en cadena de aquí al mes de junio.
El médico del equipo olímpico finlandés y muchos otros expertos han asegurado que el meldonium no es una sustancia dopante y que mucho menos se la puede encuadrar en la categoría S4. Nadie entiende que sustancias equivalentes fabricadas y consumidas en otros países, especialmente en Estados Unidos, no tengan la misma consideración.
Lo patético de todo este asunto es que las instituciones deportivas de Rusia, empezando por el ministro del ramo, han dado la razón a los organismos internacionales antidopaje y han prometido que a partir de ahora van a vigilar más y mejor a sus atletas. Es verdaderamente lamentable.