El conflicto entre ambas partes se originó el 11 de este mes con el tiroteo de Mukáchevo en el que los miembros de Pravy Sektor se enfrentaron a tiros con la policía de la ciudad. Como consecuencia de ello, murieron tres personas y otras 13 resultaron heridas. El tiroteo se produjo cuando un diputado visitaba la localidad fronteriza y en el mismo tuvieron que participar sus guardaespaldas. El gobierno calificó el incidente como “un atentado terrorista” e inició una operación de búsqueda de los neonazis por la región fronteriza de los Cárpatos.
Los miembros de Pravy Sektor que participaron en el tiroteo siguen escondidos en los Cárpatos, mientras que los militares ucranianos que los han cercado esperan la orden de ataque. Los neonazis han convocando concentraciones y manifestaciones de protesta en Kiev, Lvov, Ivano-Frankovsk, Jarkov, Dniepropetrovsk y Chernovtski.
Como consecuencia del incidente, Yarosh pidió la destitución de Poroshenko, denunciando que el gobierno ucraniano “acepta acuerdos vergonzosos con los terroristas y comienza represiones contra los patriotas”. Llamó también a los miembros del Ejército ucraniano, batallones voluntarios, la Guardia Nacional, el Servicio de Seguridad de Ucrania y la Policía a no cumplir las órdenes de Kiev.
El enfrentamiento de los neonazis con el gobierno de Kiev pone de manifiesto la descomposición interna de Ucrania, que ya no se puede atribuir a la sublevación del Donbas, donde la línea del frente parece estabilizada tras los acuerdos de Minsk-2.
En Kiev corren rumores de “golpe de fuerza”, tentativas de golpe de Estado y, en definitiva, un segundo Maidan, pero Pravy Sektor no parece una organización capaz de llevar a cabo una operación de esa envergadura, ni de lejos. Ellos son sólo los mamporreros.
También es evidente que el gobierno de Kiev es una amalgama de distintos grupos y que para reinar, Poroshenko tiene que dividirlos. Es lo que estaba ocurriendo en Mukáchevo, donde a las milicias de Pravy Sektor les habían encomendado la lucha contra el contrabando y el crimen organizado.
Como cabía esperar, fue peor el remedio que la enfermedad. Mukáchevo es una localidad próxima a la frontera con Hungría está poblada por húngaros, a los que los neonazis de Pravy Sektor han tratado como cabía esperar de ellos: como a perros.
El tiroteo parece que tiene relación con la tensa situación dentro de la localidad y si en el Donbas la población local obtuvo el apoyo de Rusia, en Mukáchevo la ha obtenido de Hungría. Todo parece indicar que ahora Ucrania se ha buscado otro enemigo más entre sus vecinos.
El portavoz del Primer Ministro húngaro Janos Lazar ha manifestado que Hungría ha reforzado con tropas especiales la frontera común con Ucrania y que está dispuesta a acoger a todos los refugiados húngaros que procedan del otro lado.
En la medida en que Hungría, un país que pertenece a la Unión Europea, se ha sentido afectada por este incidente, el gobierno de Kiev se ha buscado enemigos en Bruselas, que hasta ahora era uno de sus apoyos más importantes. Es también posible que Poroshenko acabe enfrentado también a Rumanía, Eslovaquia y Polonia, donde se crearían nuevos Donbas que nadie en sus cabales podría imputar a Putin o a Rusia.
También es posible que con la actual caza que lleva a cabo de milicianos de Pravy Sektor en los Cárpatos trate de impedir ese enfrentamiento generalizado con los países vecinos. Los neonazis serían la moneda de intercambio. Pero tampoco se puede descartar que Ucrania se convierta en una especie de Libia dentro de Europa, o de Siria, o de Irak, o de Afganistán. Al fin y al cabo el modelo originario es el mismo.