Biografía de Marx (Parte 17)

La doctrina de Marx es todopoderosa
porque es exacta
Estas
palabras de Lenin han sido confirmadas plenamente por la historia.
Han transcurrido casi dos siglos desde que nació Marx y más de cien años desde
que dejó de existir. Pero su nombre, al igual que el de Federico Engels,
su gran camarada de lucha, no sólo no ha sido olvidado, sino que es más querido
cada día por todos los trabajadores de nuestro planeta. La doctrina de Marx
muestra cada vez con más claridad su fuerza revolucionaria, transformadora.
El marxismo
es una doctrina viva, en constante desarrollo. Después de poner los cimientos
de esta doctrina, realmente grandiosa, Marx y Engels la fueron
puliendo durante decenas de años, analizando con espíritu crítico todos los
nuevos logros de la ciencia y sintetizando teóricamente las nuevas experiencias
de la lucha del proletariado y de las masas trabajadoras.
Muertos Marx
y Engels, la historia, al llegar la época del imperialismo, planteó nuevos
y complejos problemas, a los que no se podía hallar una solución directa y
exhaustiva en las obras de los fundadores del marxismo. La tarea de seguir
impulsando el marxismo fue realizada por Lenin, discípulo y continuador de
la causa de Marx y Engels. Lenin consideraba deber suyo y tarea
del partido creado por él, defender el marxismo de todo género de
tergiversaciones y vulgarizaciones, desarrollarlo sobre la base de la rica
experiencia de la clase obrera de Rusia y de todo el mundo y plasmar en una
realidad viva la gran doctrina de Marx.
Un gran
triunfo del marxismo-leninismo fue la victoria en 1917 de la Revolución de
Octubre que abrió una nueva época en la historia de la humanidad: la época
del paso del capitalismo al socialismo en todo el mundo. El Estado socialista
creado bajo dirección de Lenin fue la encarnación de la teoría de
Marx acerca de la dictadura del proletariado, un nuevo tipo de Estado, que
asegura una auténtica democracia a todos los trabajadores. El país de los
soviets, fusionado por la unidad político-moral de sus pueblos y la irrompible
amistad fraterna de las diferentes naciones que lo componían, fue capaz de
resistir el potente empuje de las hordas hitlerianas, asestarles un golpe
demoledor y jugar el papel decisivo en la liberación de los pueblos de Europa
del fascismo.
El triunfo de
la Revolución Socialista de Octubre en 1917 situó a la clase obrera
en el centro de los acontecimientos de la época actual, confirmando la tesis
del marxismo acerca de la histórica misión liberadora del proletariado. La
consolidación del socialismo ejerció una influencia enorme en el movimiento
obrero internacional y acrecentó el prestigio científico del
marxismo-leninismo. Al propio tiempo, la historia demostró la esterilidad del
reformismo y la incapacidad de los gobiernos socialfascistas para consolidar
los cimientos del dominio capitalista.
El
acontecimiento histórico más importante acaecido después de la Revolución
Socialista de Octubre fue el que, después de la segunda guerra mundial, un
grupo de países emprendiese el camino del socialismo. La experiencia de estos
países enriqueció y concretó la comprensión tanto de las leyes generales como
de los diversos métodos y formas de la edificación socialista.
La Revolución
Socialista de Octubre había asestado ya un golpe muy rudo a todo el sistema del
dominio colonial. Después de la segunda guerra mundial vino el derrumbamiento
del sistema colonial del imperialismo. La formación del sistema socialista
mundial generó un tipo nuevo, socialista, de relaciones internacionales, basado
en los principios de la igualdad de derechos, el respeto a la soberanía
nacional, la colaboración multilateral y la ayuda mutua de los Estados
socialistas. Este nuevo tipo de relaciones internacionales es una brillante
encarnación del gran principio del internacionalismo proletario, proclamado por
Marx y Engels. Toda desviación del internacionalismo proletario trae malas
consecuencias para la causa del socialismo.
La historia
ha confirmado en la práctica la tesis marxista-leninista acerca de la necesidad
de que a la cabeza de las masas haya un partido proletario de nuevo tipo,
pertrechado con la teoría revolucionaria. El movimiento comunista, orientado en
sus comienzos por Marx, ha llegado a ser un movimiento verdaderamente mundial,
convirtiéndose en el más consecuente intérprete de los anhelos de todos los
explotados y oprimidos, y lucha por los intereses vitales de los pueblos. Al
elaborar su estrategia y su táctica, la vanguardia comunista impulsa y
enriquece la doctrina marxista-leninista. Los partidos comunistas vinculan
estrechamente la lucha por las reivindicaciones inmediatas de los trabajadores
con la lucha por su meta final y armonizan sus tareas internacionalistas. La
clase obrera de los países capitalistas refuerza su lucha contra los monopolios
y contra la política reaccionaria y fascista de los gobiernos que les sirven.
La unidad
internacional de los comunistas crece y se robustece en la lucha contra el
imperialismo, contra todas las variedades del oportunismo y contra el
nacionalismo burgués. El imperialismo conduce directamente a las guerras de
rapiña. Al propio tiempo que luchan contra las guerras imperialistas, de
rapiña, los comunistas apoyamos las justas guerras de los pueblos, víctimas de
las agresiones imperialistas, en defensa de sus conquistas revolucionarias, por
la liberación nacional, las guerras de las clases revolucionarias contra las
fuerzas reaccionarias que, con ayuda de las armas, intentan mantener su
dominio.
No obstante,
los revisionistas acabaron prostituyendo, hasta hacerlo irreconocible, el
marxismo-leninismo y tanto la Unión Soviética como los demás países socialistas
sucumbieron y retornaron al capitalismo. Por eso, la defensa del pensamiento de
Marx no es un algo académico ni teórico sino la defensa misma de la clase
obrera internacional y de sus conquistas. Frente a los revisionistas no caben
las medias tintas; hay que desplegar una denuncia en toda línea porque sólo
ellos pudieron lograr lo que los fascistas no habían logrado en la guerra
mundial por la fuerza de las armas: acabar con el socialismo y sembrar la
confusión en el movimiento revolucionario internacional.
La lucha
contra el revisionismo y el reformismo, iniciada también por Marx y Engels,
es otra experiencia que no podemos dejar en el olvido. Dolorosamente, las
derrotas del movimiento obrero nos lo recuerdan a cada paso.

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