Han permanecido de huelga casi un tercio de este año por tramos intermitentes de unos 30 días. El sector de las residencias reúne a más de 5.000 trabajadoras en Gipuzkoa, que cumplieron 115 días de huelga sin que el movimiento feminista diera señales de vida. En la lucha de las trabajadoras de la limpieza de Elorrio tampoco se les vio el pelo.
La brecha salarial que soportan es del 30 por ciento en comparación con los sectores privatizados en los que trabajan hombres, lo que, aseguran, “supone 6.000 euros menos al año”. La negociación para la mejora de las condiciones laborales de estas trabajadoras comenzó en 2017.
La falta de personal en los centros que hace que en ocasiones una única trabajadora se tenga que hacer cargo de más de 20 ancianos, el mal estado de los edificios y la angustia que supone el hecho de que el “negocio” prime ante la calidad y dignidad del trabajo, son algunas de las cuestiones que llevan a las trabajadoras de cuidados de personas de la tercera edad a no tirar la toalla y a seguir con su lucha.
La lucha ha tenido que hacer frente tanto a las empresas privadas como a las instituciones autonómicas vascas. El alcalde de Donosti les negó el espacio público para manifestarse con la excusa del Festival de Cine, a pesar de lo cual mantuvieron la convocatoria de protesta.
La Diputación Foral de Gipuzkoa ha creado un cuadro deplorable: el dinero es público (más del 90 por ciento de las camas son concertadas), los beneficios son para las empresas privadas, las condiciones de trabajo son miserables y la calidad asistencial bajo mínimos.
Esta lucha recuerda a la que sus compañeras en Bizkaia realizaron en 2017, que con 370 días de huelga y tras 2 años de conflicto, se convirtió en la más larga de la historia de Bizkaia. Aquella movilización tuvo un final feliz, al terminar con la firma de un preacuerdo de convenio con Gesca, Elbe y Lares, las tres patronales del sector, en el que se estipula que llegarán a los 1.200 euros de salario neto por 14 pagas en 2020 y a las 1.592 horas anuales en el año 2022. En Álava también ha habido protestas, aunque menos contundentes.
Tanto en aquella ocasión como en esta, las trabajadoras han destacado que se trata de una huelga de trabajadoras y de una lucha social. No descartan la huelga por tramos e ir a la huelga indefinida.
Las trabajadoras saben que sin huelgas no hay manera de avanzar, ya que las instituciones autonómicas están acostumbradas a pulsos muy largos con las trabajadores. Va a tocar hacer una huelga por cada convenio que se intente mejorar, porque de lo contrario no les hacen ni caso, ni a ellas ni a los ancianos que atienden.