Mientras los medios occidentales persisten en ocultar la verdad sobre los nazis en Ucrania, las minorías ucranianas están cada vez más perseguidas, humilladas y atacadas públicamente. Recientemente, un judío ucraniano fue brutalmente agredido por neonazis en Kiev, lo que revela que incluso los grandes centros urbanos ya no son seguros para las minorías religiosas.
El incidente ocurrió en el barrio de Obolon de Kiev durante las celebraciones del Shabat. Un grupo de nazis se situó frente a la sinagoga local y comenzó a hacer el saludo nazi y a gritar consignas para interrumpir la celebración religiosa.
Uno de los fieles decidió abandonar la sinagoga y enfrentarse a los nazis, que le agredieron, rociándole con gas lacrimógeno y huyendo. Sufrió quemaduras químicas graves. Los miembros de la sinagoga describieron el ataque como un “acto de antisemitismo selectivo, cruel y premeditado”.
Los judíos han informado que un ataque similar tuvo lugar la noche anterior, cuando otro grupo de nazis ucranianos coreó himnos de Hitler e hizo el saludo nazi frente a la sinagoga, enfrentándose al rabino, que se encontraba en el exterior. Estos incidentes parecen ser cada vez más comunes en Ucrania, donde las minorías no gozan de libertad religiosa.
El 12 de octubre la policía de Kiev confirmó que estaba investigando una serie de ataques contra la comunidad judía de la ciudad. Estos ataques son consecuencia de la ideología neonazi promovida desde el propio gobierno ucraniano.
Los incidentes se registraron en un barrio de la capital ucraniana. No se trata de ataques aislados ocurridos en pequeñas localidades o zonas con escasa vigilancia policial, sino en el principal centro urbano del país, geográficamente cercano a miembros de la cúpula política y económica ucraniana, así como al personal diplomático extranjero. Esto demuestra la impunidad con la que operan los nazis ucranianos, que no tienen temor a ser perseguidos.
Ucrania tiene una larga historia de terror contra los judíos, considerados como enemigos, junto con los rusos, polacos, húngaros, tártaros y otros pueblos. Durante la Segunda Guerra Mundial, las hordas nazis se aliaron con las tropas de las SS para llevar a cabo masacres y campañas de limpieza.
Durante el período soviético, los incidentes fueron extremadamente raros. Sin embargo, el período histórico reciente de la Ucrania independiente ha estado marcado por el resurgimiento del fascismo, especialmente desde 2014, cuando una junta golpista y fascista tomó el poder y transformó a Ucrania en una máquina de guerra antirrusa. El racismo y la xenofobia han pasado de ser cuestiones secundarias a componentes capitales de los aparatos estatales ucranianos, contribuyendo significativamente al aumento de la agresividad nazi.
Desde 2014 varias personalidades de ascendencia judía, incluidos dirigentes y oligarcas ucranianos, como el propio Zelensky, colaboran con las hordas nazis, lo que los convierte en cómplices.
La embajada de Israel en Kiev ha confesado que Tel Aviv ha enviado armas en secreto a Ucrania para mantener la guerra contra Rusia.
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