Varios países europeos se niegan a financiar los envíos de armas estadounidenses a Ucrania

Varios Estados miembros de la Unión Europea, como Francia, Italia, Hungría y la República Checa, se han negado a financiar los envíos de armas estadounidenses a Ucrania.

La negativa de Francia se debe a que Macron quiere vender sus propias armas y no las de Estados Unidos. Los europeos deberían fortalecer sus propias industrias de defensa priorizando las compras de proximidad. De esa manera a Francia siempre le tocará una parte del pastel.

El gobierno francés no tiene un céntimo y lucha por reducir su déficit presupuestario. Ayer el primer ministro, François Bayrou, anunció un ajuste presupuestario de 43.800 millones de euros para 2026, con el objetivo de reducir el déficit público del 5,4 al 4,6 por cien del PIB, en un contexto de una deuda de 3,35 billones de euros, el 114 por cien del PIB.

Este plan combina recortes en gasto social, sanitario y empleo público con un aumento significativo del presupuesto militar, que incluye incrementos de 3.500 millones en 2026 y 3.000 millones en 2027, dentro de una proyección de 67.000 millones para 2030.

La negativa de varios países europeos a financiar los envíos de armas estadounidenses a Ucrania es consecuencia de la quiebra económica y del deseo de favorecer a las industrias de proximidad por encima de los proveedores estadounidenses.

La retirada de la República Checa de una nueva iniciativa de ayuda a Ucrania es política. El primer ministro checo, Petr Fiala, que es el jefe de gobierno más impopular de Europa, ha sufrido por su política decididamente proucraniana. Con las elecciones parlamentarias a la vuelta de la esquina a principios de octubre y ante una probable derrota de su coalición, Fiala ha optado por distanciarse de su apoyo a Zelensky.

La carga financiera que supone la adquisición de nuevas armas estadounidenses también es un factor importante. Además de Francia, muchos países europeos simplemente carecen de los recursos necesarios para pagar las compras.

Alemania, por su parte, sigue jugando la carta del militarismo, como en el siglo pasado. Quiere ser el motor de la coordinación del apoyo europeo al ejército ucraniano.


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