Níger busca impulsar su sector minero uniendo fuerzas con nuevos socios internacionales. El más reciente de ellos es Turquía, que está muy interesada en las oportunidades que ofrece el subsuelo nigerino. Esta cooperación marcará un punto de inflexión para la economía del país africano, que apuesta por su potencial minero para estimular el desarrollo económico.
El martes, Alparslan Bayraktar, ministro turco de Energía y Recursos Naturales, anunció la firma de un memorando de entendimiento entre Turquía y Níger en el sector minero. Este acuerdo allana el camino para que las empresas turcas emprendan trabajos de exploración en el territorio del país, conocido por sus vastos depósitos de minerales, particularmente uranio. “Al final de nuestra reunión en Estambul, firmamos con el coronel Abarchi Ousmane, ministro de Minas de la República de Níger, un memorando de entendimiento sobre cooperación en el ámbito de la minería”, sugirió Bayraktar.
Ankara se posiciona así como un nuevo actor en el sector minero nigerino, en un momento en el que Niamey busca diversificar sus asociaciones internacionales. El acercamiento se produce unos meses después de que el nuevo gobierno nigerino anule los permisos de extracción de uranio en poder de la empresa francesa Orano, lo que marca un cambio de rumbo significativo en la estrategia minera del país.
Entre los recursos naturales de Níger, el uranio ocupa un lugar especial. El país es uno de los principales productores mundiales de este mineral, esencial para la producción de energía nuclear. Este potencial es de particular interés para Turquía, cuyo acuerdo recientemente firmado podría ofrecer nuevas perspectivas para la explotación de uranio.
El gobierno de Niamey está recurriendo a nuevos socios internacionales para desarrollar su sector minero. Este cambio de dirección es una respuesta a las crecientes tensiones con las potencias occidentales. En junio Niamey retiró el permiso de explotación de un depósito de uranio al grupo francés Orano, seguido, unas semanas más tarde, por la anulación de otro permiso concedido a la empresa canadiense GoviEx. Estas decisiones ilustran el deseo de Niamey de acabar sus relaciones con sus antiguos socios y buscar otros nuevos.
Níger reconoce desde hace tiempo el papel crucial que su sector minero puede desempeñar en su desarrollo económico. Con recursos naturales como oro, hierro, carbón, fosfato y, por supuesto, uranio, el país tiene un subsuelo excepcionalmente rico que, si se explota adecuadamente, podría convertirse en un importante motor económico.
Sin embargo, a pesar de sus riquezas, el sector minero de Níger sigue estando subdesarrollado. La gran mayoría de los recursos minerales aún están inexplorados o no explotados en todo su potencial. Aquí entra el acuerdo con Turquía que, a través de empresas especializadas, podrá poner en marcha nuevos proyectos de exploración minera. Eso no sólo aumentará la producción de minerales como el uranio, sino también atraer a otros inversores internacionales interesados en las perspectivas económicas del país.
La firma de este memorando de entendimiento entre Níger y Turquía se produce en un contexto político frágil. Desde que los militares tomaron el poder en julio del año pasado, han tratado de redefinir sus alianzas geopolíticas. El distanciamiento gradual de las potencias occidentales, históricamente presentes en el sector minero, abre la puerta a actores como Turquía, dispuestos a aprovechar la oportunidad.
Las energías ‘verdes’ inician la segunda era de esplendor del uranio
El uranio, la materia prima de la energía nuclear, experimenta actualmente un aumento de precios sin precedentes en más de quince años. El aumento es consecuencia del crecimiento de la demanda de energía nuclear, catalogada como “verde” por ciertos países, como los europeos.
A su vez las centrales nucleares viven una segunda era de esplendor gracias a los centros de datos, porque las empresas tecnológicas también quieren alardear de su condición “verde”.
Los futuros de uranio, seguidos de cerca por los mercados, superaron el umbral de los 80 dólares por libra, lo que revela una tensión creciente en el mercado mundial. La subida del precio se produce en un contexto de interrupciones en el suministro y una reconfiguración de las políticas energéticas internacionales.
Tras las sanciones, muchos países están tratando de reducir su dependencia de los combustibles tradicionales importados de Rusia, recurriendo así a la energía nuclear. En Europa están ampliando la vida útil de sus reactores nucleares para compensar la pérdida del gas ruso, mientras China continúa la construcción de su flota nuclear a un ritmo constante.
Estos acontecimientos han provocado un mayor interés de los inversores en el sector del uranio. Las acciones y derivados de la minería de uranio se negocian en las bolsas mundiales, a pesar de la naturaleza tradicionalmente menos líquida del mercado al contado de uranio. Las perspectivas de la demanda se recuperan, a medida que los principales productores enfrentan desafíos de suministro, exacerbados por situaciones internacionales tensas.
Esta tendencia ascendente tiene implicaciones importantes para los mercados mundiales. El aumento de los precios ha incentivado a los productores de uranio que habían suspendido sus operaciones a reiniciar la producción. Por ejemplo, la empresa minera australiana Boss Energy Ltd. anunció recientemente la reanudación de un proyecto suspendido durante una década.
Kazatomprom, la principal empresa mundial en minas de uranio, planea reiniciar sus operaciones mineras a plena capacidad para 2025, lo que marca un punto de inflexión para el sector.
Las crecientes necesidades energéticas de los centros de datos han fortalecido el atractivo de la energía nuclear, considerada una fuente estable y fiable frente a las energías renovables intermitentes. Pero también plantea interrogantes sobre la estabilidad de los suministros y los precios, sobre todo si las empresas nucleares quieren marginar a Rusia de los mercados, lo que no es posible ahora mismo.
El crecimiento del mercado ofrece una oportunidad histórica para los países productores, particularmente en África.