Sin mucho éxito, Toshiba intenta recuperarse del fraude contable que ha acabado con un tercio del valor de sus acciones. Esta pérdida es consecuencia de los fraudes llevadas a cabo durante siete años por los antiguos capos de la multinacional que, año tras año, reportaron una contabilidad ficticia, que se extendió prácticamente por todas las áreas de negocios del conglomerado, desde los semiconductores al nuclear, ya que formaba parte de la «cultura empresarial» de Toshiba.
Este, que es uno de los mayores escándalos financieros de Japón, ha obligado a la multinacional tecnológica a revisar a la baja su beneficio operativo de las últimos 5 años en más de 1.106 millones de euros.
Ahora, y bajo el mandato de Masashi Muromachi, que asumió el cargo tras la dimisión del anterior capataz Hisao Tanaka, Toshiba ha reconocido haber inflado sus beneficios en los últimos siete años en casi 2.000 millones de dólares.
En el año fiscal que terminó en marzo, el grupo monopolista nipón, que también fabrica televisiones y portátiles, registró unas pérdidas netas de 285 millones de euros, tras haber tenido unos beneficios de 451 millones de euros el año anterior. Además, los beneficios operativos cayeron un 34 por ciento con respecto al año anterior hasta 1.270 millones de euros, mientras los ingresos aumentaron un 2,6 por ciento.
Antes de que estallara al escándalo, la multinacional había pronosticado unos beneficios, que ahora se conoce que no eran reales, de casi 900 millones de euros.
En un intento de equilibrar los libros de cuentas, el monopolio acaba de vender la multinacional finlandesa Kone. La venta de esta participación del 4,6 por ciento en Kone ha reportado unos ingresos de 845 millones de euros a Toshiba.