Estas milongas ya vienen de las elecciones presidenciales en los Estados Unidos donde salió elegido, inesperadamente, Donald Trump, el candidato supuestamente preferido por Putin, pero, apurando, la cosa se remonta a la campaña de agresión contra Irak en 2003 cuando el “New York Times” publicó una información (falsa: «fake new») sobre un supuesto ataque informático contra los EE.UU. O sea: el agresor era una víctima.
En esta ocasión, cuando Trump fue elegido, el canal fue el “Washington Post”. Las fuentes, en ambos casos, han sido las mismas: el FBI, la CIA y la Agencia de Seguridad Nacional que, según ellos, investigaron las sospechas de que Rusia había hackeado a demócratas y republicanos y había filtrado documentos a Wikileaks con ánimo de favorecer al candidato republicano, esto es, a Trump. Si, encima, vimos como Trump, ya elegido nuevo Presidente gringo, puso a parir -o, al menos, en cuarentena- a estos organismos que son el non plus ultra y los pilares de la seguridad nacional estadounidense, pues se deduce de ahí la simpatía y buen rollito entre Trump y Putin: ¡ he ahí la prueba !, vienen a decir estos mortadelos y filemones del espionaje yanki. Y todo ello, el ciberespionaje ruso (ya no se debe decir «soviético») y «trolls» a sueldo del gobierno ruso para incrementar las opciones de Trump y desacreditar a su rival Hillary Clinton. Así razona esta gente. En el Informe -de equis folios en blanco por las dos caras, que diría un amigo cómico que tengo- elaborado por estas agencias del «rrrrecontraespionaje» ya se avanza -estamos en diciembre del año pasado, en 2016- que el Kremlin pretende utilizar tácticas similares para influenciar otras elecciones en países occidentales dizque el «mundo libre», es decir, acabáramos, que ahora se entiende mejor el recuento de votos hecho manualmente en Holanda. También se entienden los intentos de los «halcones» yankis, los partidarios de la sádica Clinton, por reinventar el clima de la «guerra fría». Y/o las histéricas marchas en varias ciudades norteamericanas al grito de «¡No es mi presidente!» financiadas por el magnate George Soros, parece ser.
Resulta que gana, contra todo pronóstico, Trump, gran sorpresa para Wall Street y el “establishment”, y empieza a hablarse de “hackeo”, ruso por supuesto. El “Washington Post”, ya se dijo, publica una filtración de un informe de la CIA (sin nombres ni pruebas) en la que se considera probable una injerencia rusa. Es entonces que Obama, todavía en funciones de Presidente, en plenas fiestas navideñas, expulsa a 35 diplomáticos rusos -se acordará el lector- tratando de provocar una reacción en su homólogo ruso que no se produce. Putin no entra al trapo ni toma represalias ni nada: no hace ni puto caso.
Se empieza a rozar el ridículo, lo que no ignora Trump. Apenas se habla ya de las filtraciones de Wikileaks y Julian Assange declara para la Fox -no un canal de ultraizquierda precisamente- que los rusos no tienen nada que ver y, dice más, las filtraciones proceden de un «topo» en la campaña de Hillary. ¡¡ Y ES QUE PARA LA CIA PREFERIR UN CANDIDATO A OTRO ES «INJERENCIA» !! Y lo dice la CIA que ha intervenido en los gobiernos de medio mundo para desestabilizarlos. Es más, dada la posición de H.Clinton en Ucrania y Siria, Putin tendría que ser un marciano para no desear al otro candidato fuera quien fuese menos esta sanguinaria y prosionista mujer. Total, que el montaje de la piratería rusa en las elecciones presidenciales norteamericanas se esfuma, pero calumnia que algo queda, esto sí.
Acabaremos no sin avisar a nuestra multitudinaria audiencia que quien esto escribe -B.- está al servicio de «Duck» Donald Trump y pagado por el «oro de Moscú».
Bona nit.