Manifestación en Suiza de apoyo a la República |
Además, Suiza fue el segundo país en reconocer al régimen franquista, unas semanas después de la conquista de Barcelona y antes de que la guerra hubiese finalizado.
En una una entrevista, concedida a Rodrigo Carrizo Couto para Swissinfo, el periodista e historiador suizo Ralph Hug, especializado en la Guerra Civil española y el papel que Suiza y los voluntarios suizos tuvieron en la contienda, desveló que la Schweizerischer Bankverein (Sociedad de Bancos Suizos) concedió a Franco y los suyos un crédito por valor de 12 millones de francos suizos en octubre de 1938. Esta entidad, según Ralph Hug es “el ‘abuelo’ del actual UBS”.
La concesión de este pastizal buscaba conseguir un buen posicionamiento a la hora de obtener importantes ventajas económicas gracias a establecer lazos tempranos con la España franquista. Vamos, rascar la espalda a la bestia parda para hacer negocios en el futuro. Veamos la explicación de Hug:
“Si la política oficial de Suiza era la neutralidad, en los pasillos la realidad era muy distinta. En la contradicción evidente entre intereses económicos y valores democráticos, no es difícil ver cuáles pesaron más. En teoría, Suiza siempre ha defendido valores democráticos, pero en las sombras es evidente que se han ayudado a regímenes autoritarios y antidemocráticos”.
Exacto, quedaba casi medio año para el final de los combates. El 1 octubre de 1938 Negrín había impulsado una reorganización de las fuerzas militares de la República, llamando a filas a los reservistas de 1923-1926. El 28 de octubre las Brigadas Internacionales desfilaron por Barcelona, despidiéndose antes de abandonar España. El día 30 de octubre, Franco (con el dinero de los suizos ya a buen recaudo), lanzaba la “contraofensiva final” en el Frente del Ebro, pero la guerra no terminaría hasta el 1 de abril del año siguiente. Suiza realizó el préstamo seis meses antes de que la República fuese derrotada.
Evidentemente, las posiciones de cabeza en el infame ranking de los primeros países en reconocer diplomáticamente a Franco como líder legítimo del procés nacional-católico, las ocuparon la Italia fascista y la Alemania nazi. La medalla de bronce la obtuvo el Vaticano, y la pedrea se la quedaron los países que formarían posteriormente el Eje, la alianza de potencias fascistas. Japón, Hungría, Bulgaria y varios otros. Tras todos estos regímenes dictatoriales, llegaron la muy católica Irlanda y (el 14 de febrero de 1939) la virginal Suiza, una de las democracias más antiguas del mundo.
El ideólogo del reconocimiento suizo al gobierno ilegítimo español fue Giuseppe Motta, consejero federal durante nada menos que 29 años, desde 1911 hasta 1940 (a eso se le llama tenerle cariño al asiento), que era un nacionalista conservador con fuertes simpatías por el fascismo de Mussolini y el general Franco. Siendo ministro de exteriores, leemos en Swissinfo, utilizó los tendenciosos informes del embajador suizo en Madrid para “demostrar” que los republicanos tenían cuernos, rabo, comían niños pijos para desayunar y olían a azufre.
El reconocimiento de Franco realizado por el gobierno suizo fue incomprendido por la sociedad civil suiza y los medios de comunicación hablaron de “reconocimiento prematuro”. La izquierda suiza protestó, señalando que no había ninguna necesidad de reconocer a Franco antes que la guerra terminase. Pero, claro, la cosa ya estaba hecha y santa rita, rita, rita, lo que se da…
De los cerca de 800 voluntarios suizos que defendieron la II República española luchando contra el fascismo, 420 fueron condenados a varios meses de prisión al volver a Suiza, siendo privados de sus derechos cívicos.
Acababa el tiempo de los idealistas y llegaba el de los pragmáticos, el de que bancos, aseguradoras, compañías industriales o eléctricas del país alpino recuperasen el crédito concedido.
Los brigadistas suizos represaliados no fueron rehabilitados hasta 70 años después del fin de la Guerra Civil española, en 2009.
http://blogs.publico.es/strambotic/2018/03/francos-suizos-para-franco/