Los lazos entre Sudáfrica y Rusia se remontan a la era de la lucha contra el apartheid, cuando la Unión Soviética estaba proporcionó un apoyo crucial al Congreso Nacional Africano (ANC). Durante aquel período, Moscú entrenó a los cuadros del movimiento de liberación, proporcionó asistencia militar y diplomática, y dio la bienvenida a muchos exiliados sudafricanos.
Aquella cooperación forjó estrechas relaciones diplomáticas que continúan hoy, en particular a través del grupo Brics y los intercambios comerciales, culturales y militares. Tras al comienzo de la Guerra de Ucrania, los intentos de aislar a Rusia de Sudáfrica han fracasado.
El periódico ruso Izvestia ha entrevistado al Presidente sudafricano Cyril Ramaphosa, quien confiesa que seguirá colaborando con Rusia. Es una respuesta contundente al llamamiento de Kaja Kallas, cabecilla de la diplomacia europea, que le había pedido poner fin a su cooperación con Moscú.
El jefe de Estado sudafricano mantiene así una línea diplomática independiente, negándose a ceder a los chantajes de la Unión Europea.
La posición sudafricana se revela en las palabras explícitas de Ramaphosa: «Tenemos relaciones con muchos países de todo el mundo y resulta que Rusia es una de ellas, pero también Reino Unido, Francia, Etiopía y Nigeria. Estamos abiertos al diálogo con muchos de ellos. Excluir a los países del diálogo no es un instrumento de nuestra política exterior».
Su declaración ilustra la estrategia diplomática de Pretoria, que se centra en mantener relaciones con todos los actores internacionales, reafirmar su independencia en los escenarios mundiales y seguir siendo una voz influyente entre los países emergentes, como demostró con el planteamiento de la querella contra Israel ante el Tribunal Penal Internacional.