Uno de los medios de asegurar la soberanía de un país, es alimentar bien a la población, y para ello, es indispensable que las grandes mayorías tengan acceso a una alimentación abundante y sana que permita preservar su salud.
Pero todo esto que tiene solo un aspecto retórico. Cuando lo ponemos a ras del suelo, nos muestra la dura realidad de que la lucha de clases pasa también por luchar por el bienestar de las grandes mayorías, y todo esto depende de quien ejerce el poder.
Un ejemplo en principio sangrante fué lo ocurrido en la década de 1930 a 1943 en Argentina. En esos años que cubrieron más de una década, gobernaba el país lo que se llamó el «fraude patriótico» que consistía en gobernar en nombre del pueblo, pero sin el pueblo. Y añado, que consistía en gobernar contra el pueblo. Esos años fueron bautizados con el nombre de la «década infame».
Mi padre, que vivió en primera persona en ese tiempo me contaba que había elecciones para elegir al presidente de la república y cuando los ciudadanos con derecho a voto se presentaban al comicio, se les decía «usted ya votó», y cuando ese ciudadano protestaba porque no se le había dejado expresar sus preferencias sobre a quien quería votar se le decía «el voto es secreto», y se lo despachaba.
Pues bien, en esos maladados tiempos, el estado argentino, que estaba en manos de la vieja oligarquía terrateniente y que era la que se beneficiaba de la enorme producción de carnes y granos del país, se blindó a si misma con la creación de dos organismos públicos que eran la Junta Nacional de Carnes y la Junta Nacional de Granos y Elevadores. Dichos organismos estaban integrados en sus juntas directivas por personas que representaban al ministerio de Agricultura y Ganadería de la Nación, a la Sociedad Rural Argentina (Culmen del latrocinio contra el país), por representantes de la diversas sociedades rurales del interior y por un representante de cada uno de los partidos políticos con representación parlamentaria.
A raiz de la firma del tratado llamado Roca Runciman, toda la exportación de carnes y sus respectivos cortes, quedaba en manos de los frigoríficos ingleses que eran el Anglo, el Smithfield, la compañía Sansinena, los frigoríficos La Blanca y La negra, y el frigorífico norteamericano Swift.
El pacto Roca Runciman se llamó así, porque estaba firmado por el ministro inglés Runciman y por el presidente de la Cámara de Diputados Julio «Julito» Roca, hijo del General Julio Argentino Roca, fundador junto a Bartolomé Mitre de la oligarquía nacional, y el primero de ellos un genocicida que comandó la guerra contra los mapuches en la Patagonia argentina, que se llamó la campaña del desierto, y donde cientos de miles de mapuches fueron literalmente exterminados, y los pocos que lograron huir pasaron a Chile donde el estado chileno les niega todos sus derechos como pueblos originarios. Baste decir, que tanto el estado argentino como el chileno tienen una antigüedad de 200 años, mientras que los mapuches existen desde hace 12.000 años.
La Junta Nacional de Granos y Elevadores, estaba constituida por los mismos representantes que la de Carnes, pero con una diferencia, que las hacía aún más odiosa. Se integraban en la misma los grandes acopiadores de granos, que eran las empresas Dreyfus, La Forestal, Bunge y Born (esta argentina) y Pedro y Antonio Lanusse, argentina, y sus dueños eran tíos abuelos del futuro dictador militar Alejandro Agustín Lanusse.
Hay que señalar que La Forestal debía su fortuna a una concesión otorgada por Bartolomés Mitre, que les entregó la tala de cientos de miles de hectáreas de quebracho, un árbol de madera dura, que sirvió para la fabricación de durmientas (traviesas ) para los ferrocarriles ingleses que circulaban por todo el territorio nacional. Todo esto servía a intereses extranacionales, y no aseguraba de ninguna manera la alimentación del pueblo argentino, que debía consumir los peores cortes vacunos y ovinos, y que ponía en riesgo el consumo de maíz en mazorca uno de los elementos básicos de la cocina argentina.
La creación y la actuación de ambas juntas era en realidad un cerrojo, que servía para guardar los intereses de los grandes frigoríficos extranjeros y de los grandes acopiadores de granos.
La finalización de la llamada «década infame» (1930 1943) y la toma del poder por los militares nacionalistas, que abrieron la puerta para el posterior triunfo arrasador en las elecciones del 24 de febrero de 1946 por el General Perón significó que por primera vez esas odiosas juntas, pasaran a ser conducidas por un estado que protegía el interés nacional, la seguridad alimentaria y la soberanía nacional como primera ratio del estado.
Pero ¿en que consiste la seguridad alimentaria? La respuesta es que consiste en asegurar antes que ninguna otra la alimentación abundante, variada y a precio accesible para toda la población, y si hay un sobrante, entonces si se podrá hablar de exportación.
La llegada al poder de un gobierno patriótico en la persona del General Perón significó entre otras cosas, que las Juntas de granos y carnes pasaban a ser dirigidas por funcionarios designados por el Poder Ejecutivo, aprobados previamente por el Senado de la Nación. Significó también que los frigoríficos ingleses, muchos de los cuales dejaron de existir, pasaran a ser uno de los muchos que había en Argentina, y significó también el fin de los acopiadores de granos.
El estado compraba toda la carne y los granos de exportación y garantizaba un precio sostén a ganaderos y agricultores, que a partir de esa medida dejaron de estar a merced de sus antiguos explotadores.
Esto fue una revolución en el comercio exterior de Argentina.
Pero faltaba algo más, y ese algo era el desarrollo de la pesca a nivel industrial, y para ello había que proveerse de una flota pesquera de altura, y algo más difícil. Cambiar los hábitos de alimentación de los argentinos, fomentando el consumo de pescado.
La a República Argentina tiene un territorio continental de 2.800.000 kilómetros cuadrados, y si sumamos las islas del Atlántico Sur y el sector antártico, supera los 3 millones de kilómetros cuadrados. Y hay algo más: Argentina tiene una plataforma submarina de cerca de un millón de kilómetros cuadrados, es decir que hay otro país bajo el agua, con una fauna ictícola enormemente variada. Argentina tiene todos los climas desde el tropical en el norte hasta el polar en el sur. Tiene todo tipo de minerales, todo tipo de alimentos, y es autosuficiente en gas y petroleo y se han descubierto enormes yacimientos de litio, que parece que es el futuro.
La plataforma submarina comienza en cero metros en la costa y termina en el talud continental es decir hasta los 200 metros de profundidad, donde viven y se crían los peces y moluscos de uso comestible. Hasta 1946 la explotación de todo ese caudal era pobre e irregular, pero a partir de ese año se comienza a planificar por el estado nacional y por el gobierno de la Provincia de Buenos Aires, una explotación industrial de los caladeros, y Argentina empieza exportar pescado congelado a Japón, a la URSS, y a los países del este de Europa, y se fomenta el consumo de ese alimento dentro del país. Para ello se abren puestos de venta de pescado congelado, en especial merluza congelada en paquetes de un kilogramo a precios de fomento, lo cual resulta un gran éxito. El país había dado un salto cualitativo.
Pero la contrarrevolución del año 1955, da por tierra con esas políticas, y comienza una política de acoso y derribo contra el interés nacional. Es el gobierno traidor y ladrón de Carlos Menem, que acaba con las juntas. Se habla de volver a ellas, y es posible que el gobierno patriótico de Alberto Fernández vuelva a la misma política anterior.