Manuel Fernández estaba cumpliendo condena, en primer grado de tratamiento y régimen de aislamiento, en la cárcel de Castellón II. El 22 de octubre, domingo, llamaron por teléfono a su madre, diciéndole que Manuel había fallecido a la una de la madrugada de ese mismo día, que había faltado al recuento de la mañana y que habían ido a la celda que ocupaba y lo habían encontrado muerto.
Según la Coordinadora Anti Represión Región de Murcia, no le dieron ninguna otra información, más que el teléfono de una funeraria. La madre habló con algún empleado de la misma que le preguntó si quería que trasladaran el cuerpo de Manuel a Murcia y ella le dijo que sí. Cuando llegó el cuerpo, los empleados de la funeraria no les querían dejar verlo. Después de insistir, consintieron en que lo vieran únicamente los padres. Estaba tapado hasta el cuello, de manera que sólo se le veía la cara.
Pero pudieron ver que tenía heridas en ella, la nariz deformada y marcas en la frente. Exigieron que lo destaparan y pudieron ver que tenía lesiones y cardenales por todo el cuerpo: unos extraños puntos negros en la barbilla; marcas en muñecas y brazos, y también en los tobillos; los dedos magullados y varias uñas rotas; cardenales en el pecho y marcas en el cuello, según la Coordinadora Anti Represión.
Hicieron fotos de todo y llamaron a la policía nacional para que vieran aquello. Según la familia, vinieron cuatro agentes, pero se negaron a mirar siquiera el cuerpo, diciendo que no era cosa suya, al haberse producido la muerte en Castellón.
“Los empleados de la funeraria no trajeron ningún papel, ni certificado de defunción, ni informe de la autopsia, ni nada. Les tuvieron que exigir algún documento que certificara la situación, a través de un abogado, ya que se negaban a entregarlo, y les dieron un acta de enterramiento. Fueron con una abogada al juzgado de guardia de Murcia, donde lo denunciaron todo y nombraron una procuradora para pedir los documentos en el juzgado de instrucción nº 4 de Castellón, que lleva el caso. Llegó un papel que solamente decía que autorizaban a enterrar el cuerpo y que había muerto en Albocàsser de muerte súbita a estudio”, según indica la Coordinadora Anti Represión.
La familia se encuentra consternada e indignada por todo lo sucedido. “No sólo les han entregado muerto a un muchacho de 28 años recién cumplidos que unos días antes rebosaba salud; les han comunicado la muerte con verdadera brutalidad; se han resistido en todo momento a facilitarles la menor información sobre lo sucedido: llamaran a quien llamaran, todos les daban largas, sin ningún respeto por su dolor y ansiedad; cuando ven el cuerpo, lo encuentran lleno de huellas que podrían ser de malos tratos…Creen que Manuel ha podido morir violentamente”, señala la Coordinadora Anti Represión.
La familia de Manuel piensa ir hasta el fondo del asunto. Junto a la denuncia, aportaron las fotos de las lesiones que presentaba el cuerpo y solicitaron una segunda autopsia.
“Esa petición fue denegada, en espera de que se conocieran los resultados de la primera autopsia realizada. Finalmente, el cadáver ha sido enterrado sin que se practique la segunda. Se sienten en situación de indefensión, pues hasta ahora no han conseguido de ninguna autoridad acción alguna que pudiera disipar sus dudas”, añade la Coordinadora Anti Represión.
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