El referido gobierno es un instrumento dócil en manos de Estados Unidos y no atiende otros intereses que esos, en palabras de Zamir Kabolov, asesor de Putin en asuntos afganos.
Cuando tras la retirada, aunque sea parcial, de Estados Unidos de Afganistán, el gobierno de Kabul ha tratado de estrechar sus relaciones con Moscú, se ha encontrado con una acogida fría.
Por el contrario, Rusia ha invertido 1.200 millones de dólares en la construcción de un pantano y la modernización del ejército de Tayikistán, los vecinos del norte de Afganistán.
Cuando unidades del ejército ruso se han desplazado al norte de Afganistán para localizar las bases del Califato Islámico han preferido ponerse en contacto con los talibanes, y no con el gobierno de Kabul.
La corrupción generalizada y los abusos de poder, tanto del gobierno de Kabul como de los caciques locales, siguen siendo los mayores impulsores del apoyo que tienen los talibanes y otras milicias.
Estados Unidos quiso pero no pudo sacar los pies del país, donde ha llegado a haber 140.000 soldados de la OTAN. El año pasado Obama debió sacar a sus tropas, como había prometido, pero ahora dice que va a mantener a unos 9.800 soldados durante este año.
Desde 2001 en Afganistán han muerto 2.224 militares estadounidenses y otros 19.945 han resultado heridos.