Desde que Xi Jinping asumió la presidencia en 2013 se ha reunido con Putin al menos en 10 ocasiones y hay indicios más que sobrados de una coordinación diplomática muy estrecha. Por ejemplo, las votaciones de ambos en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, del que son miembros permanentes, suelen coincidir a menudo.
Ambos países participan en la Organización de Cooperación de Shanghai y en el grupo de los BRICS. Ni Rusia ni China han aceptado someterse a las normas de supervisión del Organismo Internacional de la Energía Atómica, e incluso han firmado un tratado “de no agresión” en el ciberespacio, el primero que conoce la historia y que pone al descubierto a internet como un instrumento de la guerra moderna.
El año pasado Rusia firmó un acuerdo estratégico para abastecer anualmente a China de gas natural hasta mediados de este siglo. La factura equivale a 400.000 millones de dólares, el contrato más gigantesco que ha conocido la historia.
Las exportaciones rusas de petróleo a China han doblado a las de Arabia saudí y, lo que es más importante: Pekín las paga en yuanes. Es una revolución, dice el periódico Frankfurter Allgemeine Zeitung, que cambia radicalmente le mercado petrolero mundial.
Si la monarquía saudí quiere recuperar su mercado, también deberá aceptar los pagos en yuanes. Esa situación puede alterar las coordenadas políticas que hasta hora estaban vigentes en Oriente Medio.
Además, hay otros factores que refuerzan aún más los vínculos entre Rusia y China: muchos de los contratos de suministro de petróleo no se cobran en efectivo sino en préstamos. China está interesada en que Rusia invierta en su país. No se trata sólo de inversiones directas sino también indirectas. Los fondos soberanos de Rusia y China han creado un Fondo de Inversión Directa que contará con 1.000 millones de dólares desembolsados por ambos países.
Pero Rusia no es un caso aislado. En noviembre los datos Swift indicaban que ya hay 15 países en los que más del 10 por ciento de sus intercambios con China se pagan en yuanes, lo que refuerza la posición de China como potencia financiera.
En la mejora de las relaciones entre ambos países hay un aspecto que no se debería olvidar. La frontera común es la más larga del mundo y su trazado ha dado lugar a varias guerras. En 2008 firmaron un acuerdo que les permite resolver los contenciosos fronterizos, lo que ha relajado el despliegue militar en le perímetro. Tanto Rusia como China han podido trasladar fuerzas considerables a otras regiones.
A este respecto es significativa una nota de la agencia Reuters (*) fechada el 24 de marzo: Estados Unidos debería abstenerse de interferir en las disputas territoriales del Mar de China Meridional porque no tiene ningún interés allá. Si lo hiciera así, las relaciones entre Rusia y China se enfriarían de nuevo y resurgirían las disputas fronterizas entre ambos.