El 3 de setiembre lanzaron cócteles incendiarios contra esa embajada y el ejército indonesio ha tenido que cerrar los accesos.
Comienzan a menudear las explicaciones de todo tipo. Un dirigente de la organización juvenil indonesia Ansor asegura que en el Estado de Arakan (Rajin) que habitan los rohingyas ha aparecido petróleo y gas natural (*), por lo que pretenden expulsar a los rohingyas de sus tierras. ¿Quiénes? Las grandes multinacionales, las grandes potencias… los de siempre.
Otra explicación apunta a la situación interna en Birmania, un país que en 2015 salió de una dictadura militar que trata de camuflarse en el nuevo gobierno pelele de la laureada Aung San Suu Kyi, aunque los militares conservan todas sus prerrogativas. Ellos serían los responsables de la matanza contra los rohingyas que han puesto contra la pared al gobierno civil.
Hay quien asegura que el ejército birmano no solo ha tolerado las acciones armadas en el Estado de Arakan (Rajin), sino que las ha incentivado para poder lanzar la limpieza étnica. La organización que ha reivindicado dichas acciones en nombre de los rohingyas carece de capacidad para poder acometerlas.
En Washington el portavoz de la mayoría del Senado, Mitch McConnell, ha atacado al gobierno de Birmania y amenaza con intervenir bajo la coartada de la “responsabilidad de proteger” a la minoría rohingya en otra de esas “crisis humanitaria”.
Un comunicado de Al-Qaeda difundido el día 13 llama a los rohingyas de Arakan (Rajin) a la yihad y pide a los musulmanes que les ayuden.
(*) https://nasional.tempo.co/read/news/2017/09/04/078905673/mengapa-harus-hati-hati-sikapi-kasus-rohingya-catatan-ansor