Pero evidentemente hay mucha tela para cortar. El primer resultado es que se ha obtenido un alto el fuego, que en general se respeta. Otro de los resultados es que USA tira la toalla y deja en manos de Rusia el futuro de Siria, tal como le comentó Rex Tillerson, Secretario de Estado USA a Antonio Guterres, Secretario General de la ONU.
Esto es obviamente la constatación por parte del imperio de su impotencia para acabar con el gobierno legítimo de Siria, ante la resistencia del mismo, y sobre todo de la existencia de un aliado poderoso del mismo como es Rusia; y el peligro de internarse en un conflicto mayor donde intervendría Irán, que es una gran potencia regional.
Pero este imperio y todos ellos funcionan igual: ante el revés sufrido, han comenzado maniobras militares de la OTAN en aguas del Mar Negro, con participación de fuerzas de doce paises de la misma, y con epicentro en el puerto de Odessa en Ucrania, en una clara provocación a Rusia.
Quizá Trump y Tillerson estén interesados en mantener el «statu quo» con Rusia, pero estas provocaciones no dependen de la buena voluntad de unas personas individuales. La OTAN es no solo un pacto militar agresivo; es básicamente un inmenso negocio, y como todo negocio está hecho para ganar dinero. Y muchísimo dinero.
La OTAN es una oligarquía integrada fundamentalmente por el complejo militar industrial de los USA; pero además de los fabricantes de armas estadounidenses, están las fábricas de los otros miembros, y otros países ajenos a dicha organización que proveen material militar como es el caso de Suecia que fabrica motores para aviones cazabombarderos.
Esto significa en el lenguaje del imperio que se acepta la derrota ante la evidente superioridad rusa en armamento, y significa la confesión indirecta de su fracaso en el escenario sirio. Esto es obviamente una provocación que sirve para «equilibrar» la humillación de Hamburgo.
Ya sabemos por experiencia, que no se debe confiar jamás en la palabra del imperio ni de sus representantes. La provocación de la OTAN es obvia. Pero, ¿es la OTAN una organización independiente del gobierno de los USA? La respuesta es compleja; como aproximación podemos decir que la OTAN está manejada por una oligarquía formada por el complejo militar industrial de los USA, y de los diversos proveedores de material militar de la misma, y de proveedores de otro material no directamente militar como raciones de comida, uniformes, calzado y todo aquello que necesita un ejército.
Imaginemos por un momento cuánto gasta la OTAN en jabón para que se duchen sus militares, cuanto gasta en sábanas, cuanto paga en gordas comisiones a glotones intermediarios, comisionistas, etc. Hay algo alrededor de la OTAN que se parece mucho a una bandada de buitres, a los cuales es muy difícil hacerles soltar la presa.
Este enorme grupo de cleptócratas no tiene el menor interés en acabar con el bloque militar y en rebajar la tensión. Quizá no quiera una guerra nuclear que sería catastrófica para la humanidad entera; pero sí es partidaria de una situación de «ni guerra ni paz». Solo crear conflictos regionales o de baja intensidad, que justifiquen el gasto militar y una nueva carrera armamentística.
Rusia sale fortalecida de la cumbre de Hamburgo; pero el imperio nunca va a renunciar a ser imperio y la única forma de derrotarlo es ir comiéndole el terreno y hundirlo en su economía. Ese camino está ya siendo transitado. Los BRICS, el grupo de Shanghai, el Banco Euroasiático de Desarrollo, las dos rutas de la seda que ya están diseñadas y en construcción están desangrando al imperio, y ya podemos avizorar su fin.