A esos empresarios mezquinos acostumbrados a pagar apenas unos pesos más arriba del salario mínimo, en cantidades de 120, 130 ó 140 pesos diarios tuvieron que incrementar a regañadientes a 176.72 pesos diarios (el nuevo salario mínimo de la zona) pero a cambio redujeron o eliminaron arbitrariamente prestaciones que formaban parte de sus salarios.
Los bonos de puntualidad y de productividad, vales de despensa y fondos de ahorro desaparecieron de la noche a la mañana de sus contratos colectivos con la complicidad de sus dirigentes sindicales, bajo el argumento que ninguna ley los obliga a mantener tales prestaciones.
Los empresarios maquiladores, descubrieron que eliminando (robando) prestaciones a los obreros y ajustándose al nuevo salario mínimo general podían pagar menos IVA y menos impuesto sobre la renta, y además de quedar como benefactores ¡negocio redondo!
Ellos dijeron: nosotros estamos cumpliendo con la ley mexicana, ¡que nos revisen!
Trabajadores de la maquila, en su mayoría mujeres, han acudido a diversas autoridades laborales para denunciar el atraco patronal, pero se han dado cuenta que aquellos gozan de impunidad de altos niveles. Nadie se atreve a inspeccionarlos porque de inmediato chantajean con cambiarse de ciudad. Las autoridades de la zona dicen: no los podemos presionar (mucho) porque lo importante es mantener las fuentes de trabajo (aunque despojen a los trabajadores).
Lo que preocupó no solo a los maquiladores del norte, sino a todos los empresarios del país, fue la respuesta que tuvieron cerca de 20.000 trabajadores de la maquila, que no aceptaron se les arrebataran sus bonos ni que se violaran sus contratos colectivos que obligan a otorgar un bono equivalente a un año de la diferencia del incremento del salario mínimo general que representan 32.251 pesos, el 40 por ciento en moneda nacional.
Sin que nadie se lo esperará pararon labores, sin emplazamiento a huelga, trabajadores de 45 de las 110 empresas maquiladoras. Fue un hecho sin precedentes que hizo se prendieran focos rojos y empresarios de la zona hicieron un llamado de alerta a las autoridades laborales para que intervinieran de inmediato.
Juan Villafuerte líder del Sindicato de Jornaleros y Obreros Industriales y de la Industria Maquiladora, afiliado a la CTM, que agrupa a 30.000 trabajadores, acostumbrado a vivir de la complicidad patronal, simplemente fue rebasado por sus agremiados.
Ellos (los obreros) reclaman el cumplimiento de la cláusula 47 de sus contratos colectivos para que los salarios contractuales se incrementen en la misma proporción que los salarios mínimos que ahora se pactó en 16,21 por cien, esta dice:
«A efecto de que los salarios tabulados conserven la diferencias salariales pactadas la empresa conviene con el Sindicato de incrementar dichos salarios tabulados en aquellas ocasiones en que se decrete el salario de emergencia o bien sean decretados por la Comisión Nacional de los Salarios Mínimos con el fin de que se conserven las diferencias salariales pactadas entre las diferentes categorías tabuladas y no permitir por ningún motivo que los salarios de los trabajadores continúen perdiendo su poder adquisitivo».
El líder obrero dice que él no es culpable de que se incumpla esa cláusula, porque las empresas no están obligadas a incrementar el mismo porcentaje del aumento de los mínimos al resto de los salarios. Dice que recibió una carta del presidente de la Comisión Nacional de Salarios Mínimos (cosa que nadie le cree) en el que avala, según él, que no se puede obligar a los patrones a otorgar ese 16,21 por cien, porque ese porcentaje aplica únicamente a los salarios mínimos generales o profesionales, no así a los contractuales. Que esa cláusula 47 no es obligatoria para los patrones para incrementar en ese porcentaje
Ante la rebelión obrera, que llegó a paralizar durante cinco días esa zona fabril los empresarios han empezado con los despidos por doquier y poner en la lista negra a los obreros y mucho más obreras, que solo defienden sus derechos y clausulas pactadas con anterioridad. Les han prometido que si desisten de sus demandas de aumento de salarios tomaran esas faltas como «permisos de trabajo».
Lo real del caso es que los incrementos en los salarios mínimos generales en un 100 por cien más no ha beneficiado al resto de los trabajadores de la zona fronteriza. Sus salarios siguen siendo de miseria y los precios tienen aumentos galopantes que no se reflejan en el raquítico incremento del 5 por cien a los salarios que se pretende darles. Los obreros de la maquila quieren que se les otorgue un 20 por cien al menos y un bono de 32.000 251 pesos 40 por cien en moneda nacional.
Los que han protestado se han enfrentado a una estructura institucional que no los auxilia, sino que avala la represión en contra de ellos. Tienen la esperanza que las autoridades federales del trabajo intervengan y pongan en su lugar a estos patrones que solo se aprovechan del pago miserable de salarios. Por lo pronto la inconformidad crece en la zona fronteriza.
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