Rearme sobre el hielo del Ártico

Las tensiones en el Ártico son cada vez más palpables. La carrera por el Polo Norte entre Estados Unidos y sus aliados de la OTAN, por un lado, y Rusia y sus aliados como China, por el otro, ha comenzado. Las dos partes, que están aumentando los ejercicios militares y las patrullas, intentan posicionarse para aprovechar la situación y controlar nuevas líneas de comunicación, de seguridad o económicas. Moscú advierte a la OTAN contra “potenciales crisis en el Ártico” vinculadas a sus ejercicios, afirmando estar “plenamente preparada para defender sus intereses a nivel militar, político y técnico-militar”.

Es bastante raro leer que los dos continentes, Asia y América del norte, se codean en el estrecho de Bering, de sólo 83 kilómetros de ancho, y que en el medio dos islas separadas por menos de cuatro kilómetros pertenecen una de Rusia y otra a Estados Unidos.

La carrera por el Ártico se ha intensificado considerablemente en las últimas décadas, tanto a través de la búsqueda de recursos naturales como petróleo y gas, como a través de la posible apertura de nuevas rutas comerciales marítimas extremadamente cortas no controladas por Occidente, pero a menudo atrapadas por el hielo. En un momento en el que emerge una escalada bélica, Estados Unidos redescubre su frontera común con Rusia y decide mostrar los dientes. Suficiente para revivir algunos recuerdos de la Guerra Fría, esta vez, en terreno helado.

En julio, bombarderos rusos y chinos realizaron una patrulla conjunta entre los continentes asiático y americano, sobre el mar de Chukchi, el mar de Bering y la parte norte del océano Pacífico, lo que puso a Washington en estado de máxima alerta, aunque Pekín explica que “no apunta a un tercero”.

China afirmó que era una acción que no tenía nada que ver con la actual situación internacional y regional. Simplemente se trata de “probar y mejorar el nivel de cooperación entre las dos fuerzas aéreas”. En su política ártica publicada en 2018, Pekín se unió oficialmente a la disputa y se declaró un “estado casi ártico”. La presencia de sus aviones en la región se inscribe en esa política, que también consiste en proporcionar apoyo militar a su vecino ruso, lo que preocupa al Tío Sam.

Las patrullas se han multiplicado junto con los ejercicios militares conjuntos en los últimos meses, empujando al Pentágono a desplegar tropas entre el 12 y el 19 de septiembre en las Islas Aleutianas, frente a las costas de Alaska, como ya explicamos en otra entrada. Ocho aviones y cuatro barcos del ejército ruso patrullaban este sector a mediados de septiembre.

Washington, que hasta entonces buscaba activamente aliados para hacer frente a la presencia de rusos y chinos en el extremo norte, participa activamente en la carrera movilizando varios cuerpos de fuerzas especiales en Alaska. Paralelamente a las maniobras chino-rusas, el ejército estadounidense realizó el ejercicio militar más grande desde la Guerra Fría, con 400 comandos involucrados y lanzando paracaidistas en la isla Kodiak.

En agosto Estados Unidos, Canadá y Finlandia firmaron un “pacto sobre el hielo” para contrarrestar el dominio de la flota rusa y limitar los planes chinos para crear un ruta polar de la seda. “Como dirigentes de Canadá, Finlandia y Estados Unidos, reconocemos la importancia duradera de la región ártica para nuestra seguridad económica y climática nacional colectiva […] En este sentido, anunciamos una asociación trilateral fortalecida, denominada Pacto de Hielo”, anunciaron los tres países.

La estrategia estadounidense cuenta con sus aliados, industrias locales y tribus nativas de Alaska para “fortalecer la disuasión integrada y aumentar la seguridad común” en la región. Pero los progresos rusos en esta región son tales que el país tiene cerca de 50 rompehielos operativos, en particular de propulsión nuclear, mientras que otros diez están en construcción. Por su parte, Washington cuenta con una flota escasa de 5 aviones al final de su vida. Rusia también ha comenzado a modernizar varias bases de la era soviética.

La OTAN también muestra su interés a través de una serie de ejercicios militares a gran escala. Las maniobras “Steadfast Defender 2024”, las mayores desde la Guerra Fría, movilizaron a unos 90.000 soldados de 31 países aliados y de Suecia durante un período de cuatro meses. Como parte de este ejercicio, en marzo tuvo lugar en el Ártico la “Respuesta Nórdica 2024”, en la que participaron 20.000 soldados de 13 países, incluida Suecia por primera vez.

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