Victorio Codovila |
Habíamos explicado que Perón tenía ambiciones de llegar al gobierno de la República Argentina, y que carecía de un partido político que le sirviera de trampolín para lanzarse a esa aventura.
Dijimos también que un oscuro sindicalista del gremio de la carne, de nombre Cipriano Reyes, pone a disposición de Perón un partido que había fundado, inspirándose en el laborismo inglés, y que llamó Partido Laborista.
Pero la segunda guerra mundial había acabado en mayo de 1945 con el triunfo de los aliados (La URSS, Estados Unidos, Inglaterra, Francia y China), y que ello implicaba, que el imperio inglés, muy tocado por la guerra, dejaba su lugar para que lo ocupara Estados Unidos, que surge con una enorme potencia militar y económica, intentando llenar el vacío de poder que forzosamente había dejado Inglaterra.
El peronismo surge como un movimiento político transversal, es decir multiclasista, con una confusa ideología nacionalista, y con una clara conciencia de que se debe apoyar vigorosamente la independencia económica de la Argentina, que en buena medida se había logrado durante los años de guerra.
El peronismo no es ajeno al surgimiento del General Gualberto Villarroel en Bolivia, ni de la ideología del Mariscal Estigarribia en Paraguay, ni al alumbramiento en Brasil de las ideas del «Estado novo» del fascistoide Getulio Vargas. Es decir, que el peronismo no tiene una ideología definida, pero se caracteriza claramente por tener sin ninguna duda el apoyo de la clase obrera y de amplios sectores de la clase media media y baja.
A todo esto, ya se había producido una enorme movilización a favor de Perón el día 17 de octubre de 1945, que culmina con la puesta en libertad del Coronel, que estaba preso en una cárcel militar de la isla Martín García, muy cerca de la costa de Uruguay en el Río de la Plata.
Perón estaba preso por orden del Almirante Héctor Vernengo Lima, que era el ministro de marina del gobierno provisional surgido del golpe de 1943, y fue un intento del sector más reaccionario del gobierno militar de quitar del medio a Perón y a sus «descamisados», e imprimir a ese gobierno un sesgo prooligárquico.
Ya con Perón en libertad, no era posible parar lo que se había desatado,, y el General Farrell, Presidente Provisional, no tiene más remedio que permitir a Perón salir al balcón de la Casa Rosada, y saludar en triunfo a la enorme muchedumbre que se había congregado para escucharlo.
Es a partir del 17 de octubre de 1945, que Perón y el peronismo se hacen dueños de las calles de las principales ciudades del país.
Pero la vieja oligarquía tenía otros planes. Cuenta para ello con dinero y medios. Toda la prensa, las estaciones de radio, y sobre todo la embajada norteamericana con el embajador Spruille Braden comienzan a presionar al gobierno militar para que convoque elecciones, lo que finalmente hace; y se celebran el 24 de febrero de 1946.
A esas elecciones concurren diversos partidos. De un lado Juan Domingo Perón y Hortensio Quijano, candidatos a presidente y vice respectivamente, con el insignificante Partido Laborista, y de otro los opositores a Perón que conforman la Unión Democrática, y cuyos candidatos eran Juan Tamborini y Enrique Mosca. Los primeros formaban un grupo multicolor que venían del nacionalismo militar, del movimiento FORJA (Fuerza Orientadora Radical de la Joven Argentina), que venían del viejo tronco del partido radical, algunos comunistas que habían abandonado su partido, y fundamentalmente la clase obrera y amplios sectores de las clases medias urbanas.
Los segundos representaban la vieja oligarquía, a la clase media alta, comerciantes, profesionales, la derecha del partido radical, y curiosamente entre tanto reaccionario, el Partido Comunista Argentino, que nunca entendió nada.
La campaña electoral la realizaron los peronistas con muy escasos medios, y escribiendo consignas con pedazos de tiza y carbón en las paredes, mientras que la UD, disponía de cartelería, propaganda en radios y diarios, y todo tipo de facilidades. Es necesario decir para mayor comprensión de lo que estaba pasando, que la oligarquía no escatimó medios, y que organizó manifestaciones donde iban del brazo generales y almirantes junto a los dirigentes del Partido Comunista como Victorio Codovilla y Rodolfo Ghioldi.
Al respecto, no resisto la tentación contar una anécdota que me transmitió Luis Fiori viejo dirigente obrero del PC, del sindicato de estibadores del puerto de Santa Cruz, capital de la Provincia de Santa Cruz. Ocurrió en 1919, durante la semana trágica, donde hubo una importante sublevación de los trabajadores de la Patagonia, y que fuera inmortalizada en la película La Patagonia Rebelde.
Los estibadores del puerto de Santa Cruz estaban en huelga, y las cargas se acumulaban en los muelles. La Capitanía del Puerto de Santa Cruz en el año 1919 estaba a cargo del entonces Capitán de Corbeta Héctor Vernengo Lima, que reprimió brutalmente la huelga, y en un momento de la represión, metió en una jaula a los principales dirigentes de la misma, los subió a bordo de un buque de la armada argentina, y enfiló hacia alta mar, donde arrojó la jaula con los trabajadores dentro.
Pues aquél criminal, ya siendo almirante, fué visto haciendo campaña contra Perón del brazo de los dirigentes comunistas que ya he nombrado. Lógicamente esa es parte de la explicación de por qué el Partido Comunista Argentino nunca fué el partido de la clase obrera en Argentina.
Producidas las elecciones, la fórmula Perón Quijano, obtiene un triunfo abrumador, y poco después del 24 de febrero de 1945, asumen el gobierno de la Nación, abriendo un período fascinante de la historia reciente de Argentina.