Hamad Ben Jassim asegura a la cadena británica que la injerencia extranjera en Siria tuvo lugar gracias a los apoyos árabes e internacionales.
El antiguo Primer Ministro recooce que ni Qatar ni Arabia saudí, por sí mismos, hubieran podido inmiscuirse en los asuntos internos de Siria sin el apoyo de las potencias regionales e internacionales.
Tras el inicio de la crisis siria, los países de la región, como Qatar y Arabia saudí, son los principales apoyos de los grupos terroristas que operan contra el gobierno de Damasco. Cada año gastan gigantescas cantidades de dinero, que van a parar a los bolsillos de los salafistas.
El protagonismo del gobierno de Qatar y otros países del golfo sobre los grupos salafistas ha sido total. Durante la Guerra de Siria separaron al Califato Islámico de Al-Qaeda y luego separaron a Al-Qaeda del Frente Al-Nosra para mantener la ficción de la política imperialista de diferenciar a unos extremistas de otros más extremistas.
Los diferentes grupos salafistas, tanto los que hay en Siria como en otros países, no tienen entidad propia, no son nada al margen de los imperialistas y sus aliados del Golfo, como Arabia saudí y Qatar. Se trata de grupos muy fragmentados unidos por vínculos ajenos a ellos mismos.
El apoyo exterior a los salafistas no sólo ha consistido en armas, dinero o logística. Aproximadamente una tercera parte de los milicianos del Frente Al-Nosra fueron a combatir desde países extranjeros. Del resto, la mayor parte de ellos no son sirios. La propuesta qatarí de separar al Frente Al-Nosra de Al-Qaeda tenía, entre otros objetivos, aparentar que la primera era un organización estrictamente compuesta por opositores sirios.