Naturalmente que a ese escenario le faltan actores tan importantes como Estados Unidos, y eso nos lleva a reflexionar por los motivos de ese ocultamiento, que no son otros que el apoyo que desde el principio viene prestando Estados Unidos -y ciertos medios financieros británicos- al reformismo europeo, en general, y a Syriza en particular.
Esta mañana el espectáculo se ha podido observar en vivo y en directo en el programa “Al rojo vivo” de La Sexta, cuando Ernest Urtasun, eurodiputado de ICV, ha mencionado en apoyo de sus afirmaciones al Financial Times, quien considera que la actuación del Banco Central Europeo contra Grecia es ilegal o contraria a la normativa comunitaria. El director del programa, García Ferreras, no salía de su estupor y le ha pedido al eurodiputado que ampliara esa información, mientras una de las periodistas no ha podido ocultar su asombro al comprobar que el diario del capital financiero británico se había convertido en la guía espiritual de “la izquierda”.
No es la primera vez, por lo que estamos en otra de esas pugnas antimperialistas en las que los reformistas vuelven a desempeñar el papel que le marcan sus amos y cuando hablamos de reformistas no nos referimos a abstracciones sino a organizaciones europeas muy concretas (Syriza, Podemos, IU, ICV) y a personajes muy conocidos (Tsipras, Varufakis, Iglesias).
A diferencia de los gobiernos europeos, Estados Unidos felicitó efusivamente a Tsipras y a Syriza por su victoria electoral, inmediatamente después de que fuera conocida. Gracias a sus tupidas redes de espionaje, la CIA sabe cosas de las que a nosotros nos cuenta enterarnos. Naturalmente que sus conocimientos sobre Syriza son bastante anteriores a las propias elecciones y no necesitaron que Syriza adoptara ninguna medida práctica para felicitarse de que hubieran ganado. El imperialismo supo desde el principio que no tenía nada que temer de ellos. Pero de ahí a la alegría que demostraron y a las felicitaciones hay un trecho.
El mes pasado, en un discurso pronunciado en Berlín en la Fundación Hans Böckler, Varufakis dijo que más allá de la crisis griega, lo que está en juego es la culminación de la Europa federal que se desprende de una unión política: “Claramente, tenemos necesidad de una unión políitica. Pero, ¿de qué tipo? No olvidemos que la Unión Soviética era una unión política, incluso aunque nosotros no queramos imitarla. No, el objetivo de Europa es una unión política democrática que complazca a sus pueblos”.
Lo que está en juego, pues, según Varufakis, es el tipo de unión política europea. En la actualidad hay una “unión monetaria asimétrica”, con países que tienen fuertes excedentes comerciales y otros con fuertes déficits. Una unión política no se puede fundamentar en las políticas llamadas “neoliberales” o de austeridad porque desembocarían en el “tribalismo nacionalista”, dijo el antiguo ministro griego.
A pesar de estar en la misma Alemania, o quizá precisamente por ello, mencionó indirectamente a Merkel como una dirigente europea que quiere sacrificar a Grecia para enfilar hacia una unión política al estilo soviético. Grecia sería el escarmiento. La disciplina necesaria en la unión procedería del temor de los países a ser expulsados al estilo griego.
Varufakis calificó ese modelo como “antieuropeo”. Los verdaderos europeos son ellos, los antiliberales, los que se oponen a las políticas de austeridad. Llevaba todo un proyecto europeo bien perfilado para mostrárselo a los alemanes. En lugar del modelo actual, Europa se debería unir mediante lo que calificó como un mecanismo de reciclaje de excedentes, o sea, una transferencia de los excedentes alemanes hacia los países del sur a través del MESF (Mecanismo Europeo de Estabilización Financiera) y reconvertir las deudas hacia el Banco Central en deudas hacia el referido MESF.
En España el plan de Varufakis es más viejo que la tos y sirve para una redistribución territorial de le renta en donde las autonomías con mayor nivel de renta ponen un dinero que va a parar a las de rentas más bajas. Pero Varufakis no miró hacia España sino hacia Estados Unidos, que es el prototipo de la Europa federal que él propugna.
A partir de entonces su discurso tomó un tono lírico. Empezó mencionando el Discurso de la Esperanza pronunciado en 1946 por el Secretario de Estado J.Byrnes, que se convirtió en la guía con la que Washington encaró la reconstrucción alemana en la posguerra, aunque se le olvidó mencionar que, como país ocupado militarmente, Alemania estaba plenamente sometida a Estados Unidos. En lugar de enfatizar ese detalle, se fue por los cerros de Úbeda para decir que, en realidad, el discurso lo había escrito John Kenneth Galbraith.
El caso es que 70 años después, plena crisis, a un ministro griego se le ocurre resucitar al Discurso de la Esperanza en plena Alemania para inspirar un nuevo modelo que va más allá del país para el que se ideó y que se pretende ampliar a toda Europa… como si siguiéramos bajo una ocupación militar. ¿Forma parte eso también del modelo reformista para Europa?, ¿nos llevan los reformistas hacia los Estados Unidos de Europa?
De momento Estados Unidos sigue lanzando capotes a Syriza, filtra los informes del FMI y a través de Lagarde, hoy mismo se ha mostrado dispuesto a seguir dando dinero a Grecia, a pesar de no haber cobrado las facturas pendientes. Por lo tanto, Estados Unidos y el FMI están mostrando una actitud hacia Grecia que no tiene nada que ver con el puño de hierro de Merkel.
Tiene razón, una vez más, el economista estadoundense F. William Engdahl, que conoce muy bien lo que se cuece por Washington. Engdahl sugiere que Varufakis es el caballo de Troya de los intereses de Estados Unidos en el interior de Europa: “Llego a la conclusión de que lejos de ser el campeón del infeliz pueblo griego, Varufakis forma parte de un juego mucho más grande y más sucio”.
Durante un tiempo a este juego se le llamó la “Europa de las dos velocidades”, que también pasó al olvido. La verdadera Europa es la del sur, la que Estados Unidos quiere utilizar como contrapeso a la del norte, bajo la férula de Alemania, para quien los países mediterráneos son un verdadero lastre sin ningún futuro. Los reformistas se van a prestar a ese pugna de intereses. Sus críticas a Berlín son loas a Washington.