El general israelí a cargo de las agresiones, Gadi Eisenkot, se presta ahora a hablar abiertamente de lo que antes sólo se atrevían los conspiranoicos. Lo que antes era una “noticia no contrastada” ya se puede contar porque el ejército isrelí y The Times dan luz verde para ello.
Para ello ha sido necesario que Eisenkot se jubilara después de 40 años de “servicio” y pudiera soltarse la lengua: además ha concedido una segunda entrevista al New York Times que tampoco tiene desperdicio.
No se trata de incursiones esporádicas de la aviación, admite el general, ya que han llevado a cabo “miles de ataques” con la excusa de la presencia del ejército iraní en Siria.
Sólo el año pasado, Israel lanzó 2.000 bombas contra objetivos en Siria. Las incursiones aéreas se convirtieron en algo “casi cotidiano”, dice el general, porque en enero de 2017 el Primer Ministro Netanyahu dio luz verde a las agresionnes. Como es costumbre, le dan la vuelta al asunto: Israel quiere impedir la hegemonía de Teherán en Oriente Medio.
En otras palabras, las declaraciones se traducen de la siguiente manera: Israel no quiere ningún tipo de oposición a su política regional y para ello sostiene una guerra de agresión contra Irán tanto como contra Siria.
Los isrelíes no necesitan recurrir a montajes absurdos como las “armas quimicas” del gobierno de Damasco porque ese no es su principal enemigo.
“En enero de 2017 empezamos a atacar la infraestructura que los iraníes construyen en Siria”, dice el general al Sunday Times. La “masa crítica” fue a medidos de aquel año, cuando comenzamos a atacar “sistemáticamente” un cierto número de veces a la semana.
Además, Eisenkot también reconoce que su ejército ha suministrado armas a los yihadistas para que atacaran al gobierno de Damasco.
Era cosa sabida. En setiembre la revista Foreign Policy informó de que Israel había entregado armas y dinero a una docena de grupos yihadistas como mínimo.
Las entregas formaban parte de la Operación Buena Vecindad iniciado en junio de 2016 y terminado en noviembre del año pasado.
El gobierno de Tel Aviv pagaba un salario mensual de 75 dólares por cada miliciano que combatía en el frente, más cantidades fijas de dinero entregadas a los comandantes para que compraran armas en el mercado negro.
Hasta ahora Israel sólo había admitido oficialmente un programa de asistencia humanitaria a los heridos y a los familiares de los combatientes, a quienes entregaron 1.524 toneladas de alimentos, 250 toneladas de vestidos, 947.520 litros de combustible, así como material médico.
En setiembre, una noticia del diario israelí Jerusalem Post confirmando que el ejército israelí había entregado armas a los yihadistas en Siria, fue inmediatamente censurada y retirada de internet.
En noviembre, el general Gershon Hacohen admitió que el antiguo ministro de Defensa, Moshe Yaalon, se reunió personalmente con un grupo yihadista, sin precisar la fecha, aunque tuvo que ser antes de 2016, que es cuando fue sustituido en el cargo.
Cuando un país admite oficialmente una agresión sistemática y habla abiertamente de “ataques”, lo que debe esperar es “ser atacado” y cuando eso llegue no podrá lamentarse por ello.
(*) https://www.thetimes.co.uk/article/pummel-the-bases-miss-the-men-israels-invisible-war-in-syria-hmk760h0b