Operación Espaldas Mojadas: redada masiva contra los emigrantes en Estados Unidos

El domingo la policía de fronteras llevó a cabo la Operación Espaldas Mojadas, una redada a lo largo de Estados Unidos para detener a unas 2.000 familias de emigrantes indocumentados. Las grandes cadenas de intoxicación llevan varios días hablando de ello porque la operación no tiene nada que ver con la emigración. Es sólo otro “reality show” que utiliza a los espaldas mojadas como figurantes.

Ya estamos en campaña electoral, un espectáculo mediático que tiene que ver más con los noticiarios que con las urnas.

También tiene que ver con el III Reich: si en lugar de emigrantes fueran antifascistas y si en lugar de la policía de fronteras fuera la Gestapo, nadie notaría la diferencia.

No es nada nuevo. En 1954 y 1955 la policía ya llevó a cabo otra operación similar contra más de un millón de emigrantes mexicanos, que fueron embarcados en camiones, trenes y barcos antes de ser deportados al otro lado de la frontera.

Aquella operación, que duró casi un año y se extendió por los estados del sureste, marcó el inicio de la militarización de la frontera sur que continúa hasta el día de hoy.

No sirvió de nada, lo mismo que la redada de Trump del domingo. Bush deportó a cerca de dos millones de emigrantes durante su etapa, mientras que Obama batió el récord: dos millones y medio.

No se rata, pues, de un presidente u otro, ni de un partido u otro. En Estados Unidos hay diez millones y medio de inmigrantes indocumentados. La búsqueda, detención y deportación de todos o la mayoría de ellos es una hazaña logística que supera la capacidad actual del gobierno. La redada del domingo es insignificante; una medida para salir en los medios.

El domingo la policía buscaba a los recién llegados, pero aprovechó para arrasar con todo lo que pilló por el camino: amigos, vecinos, compañeros de trabajo e incluso miembros de la familia. Algunos acabarán en la sórdida red de centros de internamiento de familias enteras, con recién nacidos y niños pequeños.

Se trata de otro intento de sembrar el terror entre los trabajadores, lo cual tampoco es nuevo. El precedente más conocido son las redadas de Alexander Mitchell Palmer, Fiscal General en 1919 y 1920. Fue un período de intenso malestar político y social. Los racistas habían matado a docenas de negros en los disturbios raciales del sur y el medio oeste. Los organizadores sindicales habían encabezado huelgas en las industrias del carbón y del acero. Los capitalistas temían que estallara una revolución proletaria, como en Rusia.

El gobierno desencadenó una redada contra los comunistas, asimilados a los emigrantes, deteniendo a miles de ellos en más de doce estados. El Departamento de Justicia proclamó por primera vez la ideología política de los detenidos y su condición civil: emigrantes, judíos, sindicalistas… “Es el primer paso importante para librar al país de los alborotadores extranjeros”, dijo Palmer al New York Times después de la primera ola de detenciones.

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