Ofensiva del ejército ruso en Kursk

La incursión ucraniana en la provincia rusa de Kursk en agosto de este año dejó perplejo al mundo. No tenía ni pies ni cabeza… salvo que quisieran chantajear a Rusia con un bombardeo a la central nuclear para forzar una intervención internacional.

Hasta el propagandista del diario alemán Bild, Julian Röpcke, ha caído en el pesimismo más oscuro. Escribe que “la contraofensiva ucraniana en dirección a Kursk no alcanzó el río Seim, no alcanzó Glushkovo, no alcanzó Tyotkino, no alcanzó Korenevo y, por supuesto, no alcanzó la central nuclear de Kursk. En pocas palabras, la ofensiva no logró ninguno de sus objetivos tras la captura inicial de Suja”.

Parece que la ofensiva rusa en Kursk forma parte de un plan más amplio. Según Alexey Arestovich, antiguo asesor del jefe de la Oficina del Presidente ucraniano, en los próximos días Rusia iniciará una ofensiva estratégica en todo el frente.

La situación militar de las tropas ucranianas empeoró ostensiblemente, frente a un ejército ruso decidido a recuperar el control de su territorio. El jueves los rusos iniciaron una gran ofensiva para recuperar el control de la región. El asalto movilizó varias unidades, entre ellas paracaidistas y vehículos blindados.

El ataque se centró en las localidades de Novoivanovka y Zeleniy Shlyakh, consideradas puntos clave de la presencia ucraniana en la zona.

El general ucraniano Oleksandr Syrskyi se trasladó urgentemente a la región de Sumy para gestionar la situación y evitar el cerco de sus tropas cerca de Lyubimovka, que es el principal centro logístico.

No obstante, según el Estado Mayor ucraniano, ya se han visto obligados a retirarse de Lyubimovka para evitar ser rodeados, mientras que el sector norte se encuentra actualmente en completo caos y las unidades huyen.

Los rusos han arrojado a los ucranianos fuera del distrito de Glushkovo y continúan su ofensiva en el distrito de Sudzha. Según fuentes ucranianas, en el distrito Korenevsky, el ejército ruso logró liberar más de 38 kilómetros cuadrados en sólo un día.

El avance ruso ha creado una brecha de tres kilómetros en la línea de defensa ucraniana. Supone un desafío táctico para los generales de Kiev, capaz de comprometer la estabilidad de sus posiciones en la provincia. El general Apty Alaudinov, de las fuerzas especiales rusas, destacó los avances logrados por la 155 Brigada de Infantería de Marina, resaltando la efectividad de la operación.

Los enfrentamientos que siguieron al asalto inicial son intensos. Rusia ha informado que casi 200 militares ucranianos quedaron fuera de combate en 24 horas. También han informado de pérdidas materiales, incluida la destrucción de varios tanques y vehículos blindados ucranianos.

Del lado ucraniano, Syrsky ha indicado que, según estimaciones de los servicios de inteligencia, Rusia habría concentrado alrededor de 50.000 hombres en el sector de Kursk. Esta concentración de fuerzas sugiere una cuidadosa preparación para la ofensiva rusa y podría presagiar una intensificación de las operaciones en la región.

La situación actual en Kursk pone de relieve el desafío que enfrenta el ejército ucraniano. En estos momentos Kiev no se muestra capaz de consolidar sus líneas de defensa ante la presión rusa. Podría ser el golpe de gracia.

Para Rusia, recuperar el control total de la provincia de Kursk es una prioridad, no sólo por razones militares sino también simbólicas. La actual ofensiva demuestra el deseo de Moscú de expulsar a las fuerzas ucranianas de su territorio y restaurar la integridad de sus fronteras.

El resultado de esta batalla podría tener importantes repercusiones a lo largo de todos los frentes y afectar a las negociaciones diplomáticas que se han entablado bajo cuerda. En los próximos días la atención internacional seguirá centrada en la evolución de la situación en Kursk, mientras los rusos continúan tratando de expulsar a los ucranianos lejos de la provincia.

Excepto Francia, que sigue anunciando nuevas ayudas militares, los demás padrinos se han cansado de la Guerra de Ucrania. Incluso el presidente de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, Mike Johnson, ha dejado de apoyar a Kiev.

“No me apetecen más fondos para Ucrania. Y espero que no haya necesidad de ello”, dijo. Si gana las próximas elecciones presidenciales del 5 de noviembre, Trump podrá conseguir una solución a la guerra. “Creo que llamará a Putin y le dirá que ya es suficiente”, anunció. “Creo que todo el mundo está cansado, quiere que se resuelva”, dijo.

“No estoy seguro de cuáles serán los términos del acuerdo. Sin embargo, no creo que si Kamala Harris es elegida presidenta, esto se acabe. Y ése es un escenario desesperado y peligroso”, concluyó Johnson.

El gobierno de Zelensky ya ha comenzado a discutir las concesiones territoriales que va a realizar a Rusia. Independientemente del resultado de las elecciones estadounidenses, en Kiev entienden que los estadounidenses se negarán lenta pero seguramente a proporcionar asistencia militar, dice Der Spiegel.

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