Una trabajadora sanitaria de 28 años, Sara Stickles, murió poco después de recibir la segunda inyección de la vacuna de Pfizer.
Stickles era especialista en nutrición del hospital SwedishAmerican de Rockford. El 2 de febrero aguardaba la cola para recibir la segunda dosis de la vacuna, cuando envió un mensaje de texto al padre de su hijo pequeño: “Voy a ponerme la vacuna Covid ahora. Si me pasa algo, prométeme que siempre estarás ahí para bz… Como si me da muerte cerebral o no puedo caminar lol idk”.
Tan solo cinco días después, sufrió un aneurisma cerebral y fue trasladada al hospital, donde entró en coma profundo. Esa misma noche, fue trasladada en helicóptero al Hospital de la Universidad de Wisconsin, en Madison. El 10 de febrero, la hermana gemela de Stickles, Kara Stickles, publicó en Facebook que Sara “no tiene actividad cerebral”.
Hubo problemas desde la primera inyección de la vacuna. Kara dijo que su hermana “estaba cambiada… le dolía mucho la cabeza” y tenía náuseas. También le salieron “unas manchas rojas por todo el cuerpo”.
Tras la pérdida de conciencia de Sara y su posterior muerte después de la segunda inyección, Kara dice que el diagnóstico del personal médico fue una malformación arteriovenosa (MAV), pero ella tiene dudas.
“Siento que los médicos están mintiendo al respecto, honestamente lo siento”, dijo. “Si fue por la vacuna COVID, no lo van a admitir… van a intentar achacarlo a cualquier otra cosa. Sinceramente, eso es lo que pienso”.
Su hermana gemela percibía que estaba obligada a recibir las inyecciones debido a su trabajo en el hospital. “Me dijo que tenía que ponerse [las inyecciones] porque trabajaba en un hospital y el COVID estaba en marcha”, dijo.
Cuando le preguntaron si las inyecciones eran obligatorias en el hospital, y si el trabajo de Sara dependía de ello, respondió: “No lo sé al cien por cien, pero sí sé… que lo hizo porque consideró que era necesario, al menos… Estoy bastante segura de que tenía que hacerlo”.
Emily Tropp, portavoz del hospital, dijo: “Puedo confirmar que [las vacunas] no son obligatorias. Se anima a los asociados a que se tomen el tiempo necesario para informarse sobre la vacuna y tomar una decisión informada, pero no están obligados a vacunarse”.
La página de información sobre las vacunas en el sitio web del hospital no menciona que se trata de una vacuna experimental, ni hace distinciones sobre quién puede beneficiarse de estas inyecciones y quién no.
Siendo una persona sana de 28 años, la tasa de supervivencia de Stickles -si hubiera contraído el coronavirus- habría sido significativamente superior al 99,98 por ciento sin un tratamiento temprano.
Entre el 14 de diciembre del año pasado y el 18 de febrero del corriente, hubo 19.907 incidentes de eventos adversos, incluyendo 1.095 muertes y 3.767 lesiones graves.
Aproximadamente un tercio de las muertes ocurrieron dentro de las 48 horas posteriores a la vacunación y el 48 por ciento de las personas que murieron enfermaron a las 48 horas de ser vacunadas.
En Gran Bretaña las vacunas han matado a más de 400 personas desde el inicio de la campaña en diciembre del año pasado, según datos oficiales.
En Israel la vacuna de Pfizer mató a unas 40 veces más personas de edad avanzada de las que habrían muerto y a 260 veces más de los menores de 65 años de lo que el coronavirus se habría cobrado en el plazo dado.
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