El escenario diplomático africano ha quedado convulsionado con la decisión de Mali de romper sus vínculos con Ucrania, una acción que revela la compleja dinámica que impulsa al Sahel y la creciente importancia de las alianzas internacionales en la región.
La junta militar ha tomado la decisión tras las declaraciones de Andriy Yusov, portavoz de la inteligencia militar ucraniana, que habló de la participación de su país en el ataque tuareg contra las fuerzas malienses y rusas en la emboscada de Tinzauaten.
Para Bamako esos comentarios representan una injerencia y un apoyo de Ucrania al terrorismo inaceptables, lo que justifica la ruptura inmediata de las relaciones diplomáticas.
Desde mediados de julio el norte de Mali es escenario de una intensificación de las operaciones militares. El ejército maliense, decidido a ampliar la autoridad del Estado, lanzó una gran ofensiva en los sectores de In-Afarak y Tinzaouaten. La maniobra obtuvo primeros éxitos, en particular la toma de In-Afarak, localidad estratégica situada a 122 kilómetros al noroeste de Tessalit. Sin embargo, el avance del ejército de Mali encontró una férrea resistencia en las afueras de Tinzaouaten, localidad fronteriza con Argelia.
La situación dio un giro dramático el 26 de julio, cuando los yihadistas orquestaron una serie de ataques suicidas contra posiciones malienses. Aprovechando unas condiciones meteorológicas desfavorables, incluida una tormenta de arena, los grupos armados lograron rodear una unidad del ejército maliense, colocándola en una situación crítica antes de la llegada de refuerzos. El precio de los enfrentamientos fue elevado para el ejército maliense, que reconoció pérdidas importantes en vidas humanas y equipos.
La ruptura entre Mali y Ucrania demuestra la complejidad de las alianzas en la región del Sahel. Mali se ha acercado a Rusia en los últimos años, en particular gracias a la presencia de tropas rusas.
Al mismo tiempo, a través de Ucrania los imperialistas tratan de seguir sosteniendo a los yihadistas y a los tuaregs para ocultar la intervención francesa, desestabilizar a los gobiernos del Sahel y preservar su influencia en el continente africano. Este pulso crea tensiones políticas y diplomáticas.
La crisis diplomática podría conducir a una redefinición de las relaciones internacionales en África Occidental. Frente a las agresivas políticas imperialistas, los países de la región se ven inducidos a revisar sus alianzas y sus prioridades diplomáticas. La solidaridad regional, puesta a prueba por estas tensiones, también podría evolucionar significativamente, lo mismo que la Cedeao, que ha quedado en la cuerda floja.
La desconfianza de los países del Sahel hacia los manejos de Kiev
La decisión de Mali es parte de una tendencia más amplia de reevaluación de las relaciones con Ucrania en África occidental.
Recientemente el embajador de Ucrania en Senegal, Yuri Pivovarov, también fue objeto de un toque de atención por parte del gobierno africano, lo que indica la desconfianza de los países de África occidental hacia los manejos de Kiev.
La convocatoria se produjo tras la publicación de un vídeo por la embajada de Ucrania en su página de Facebook en el cual el ejército de Kiev apoyaba el ataque terrorista contra el ejército maliense y sus aliados rusos.
El gobierno senegalés consideró la publicación como una injerencia inaceptable en los asuntos regionales. El Ministerio de Asuntos Exteriores de Dakar convocó inmediatamente al embajador de Ucrania para recordarle sus “obligaciones de discreción, moderación y no injerencia”.
La reacción senegalesa no se limitó a convocar al embajador. En un comunicado oficial, el Ministerio de Asuntos Exteriores condenó enérgicamente la publicación, calificándola de “un intento de transferir a su territorio la propaganda mediática en curso” sobre el conflicto ruso-ucraniano.
El Ministerio subrayó que no puede tolerar “palabras y gestos destinados a glorificar el terrorismo”, especialmente cuando apuntan a desestabilizar a un “país hermano” como Mali.
La ‘neutralidad constructiva’ del nuevo gobierno de Senegal
El gobierno del presidente Bassirou Diomaye Faye, elegido en abril de este año, busca afirmar una posición de “neutralidad constructiva”. Esta postura pretende mantener un delicado equilibrio entre la solidaridad con países vecinos como Mali y el deseo de no alejarse demasiado de las potencias imperialistas.
La posición adoptada por Senegal encontró eco en Burkina Faso, cuyo Ministerio de Asuntos Exteriores también reaccionó condenando la apología del terrorismo y reafirmando su apoyo al ejército maliense.
Esta convergencia de puntos de vista entre los países del Sahel subraya la importancia otorgada a la estabilidad regional frente a las persistentes amenazas de los imperialistas.
La reconfiguración política del Sahel
En la reconfiguración política del Sahel, Benin ha tomado partido por los imperialistas. El año pasado, tras el Golpe de Estado en Níger, fue el más firme impulsor de la intervención militar de la Cedeao, la imposición de sanciones y el cierre de fronteras.
Las relaciones entre Níger y Benin, antes cordiales, se han deteriorado considerablemente. La Cedeao ha levantado las sanciones, pero Níger mantiene cerrada la frontera, que es su única salida al mar, así como el oleoducto.
El dirigente nigerino Abdourahaman Tchiani acusa a Benin de albergar una base militar francesa que prepara el derrocamiento de la junta militar. En una entrevista con la televisión, Tchiani ha explicado que, tras ser expulsados de Níger, los espías franceses se han instalado en Benin, donde promueven a los grupos subversivos, a veces en colaboración con las fuerzas armadas beninesas.
El general Tchiani proporcionó detalles precisos sobre las actividades francesas en Benin. Francia ha alquilado helicópteros Super Puma y ha colocado personal y equipos en varios lugares estratégicos, en particular en el aeropuerto internacional de Tourou y en la ciudad de Kandi. Estas acciones, según Tchiani, son parte de una estrategia más amplia para desestabilizar a la junta militar de Níger.